En Buenos Aires, reunida la Asamblea del Año 1813,
congreso convocado con el objeto de declarar la independencia y a la vez
constituir el gobierno del estado de las Provincias Unidas del Río de la Plata , precisamente el día
24 de marzo del año señalado, se dicta el decreto que ordena la supresión del
tribunal de la
Inquisición. La norma expresa: “Queda desde este día
absolutamente extinguida la autoridad del tribunal de la inquisición en todos
los pueblos del territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata , y por consiguiente se
declara devuelta a los ordinarios eclesiásticos su primitiva facultad develar
sobre la pureza de la creencia por los medios canónicos que únicamente
puede con-forme al espíritu de Jesucristo, guardando el orden y respetando el
derecho de los ciudadanos.”
La
historiografía argentina, la oficial, ha señalado una y otra vez, y de tanto
repetirlo así ha pasado a la memoria colectiva, como que esta iniciativa fue la
“genialidad” democratizadora de los miembros de aquel histórico congreso.
Advirtiendo que no es nuestro ánimo hacer de iconoclastas, comentaremos que en
realidad no fue así, me explico.
Simultáneamente a la Asamblea
del Año XIII reunida en Buenos Aires, que deliberaba
con el objeto de obtener una declaración de independencia y de constituir
la organización de un estado que contenga a las provincias participantes,
en Cadiz, España, sucedía otro tanto. Reunida las Cortes, (Congreso),
el día 22 de febrero de 1813 habían declarado la abolición de la Inquisición. Ambos
congresos estaban liderados por pensamientos liberales, pero el que se llevaba
a cabo en la península, era de “liberales colonialistas”, en tanto, el de
Buenos Aires lo era de “liberales independentistas”. Las decisiones que
tomaba la Asamblea
porteña, en gran medida eran una reacción a las que iban tomando las Cortes en
España.
Pero esta acción no era menor. Desde un principio los revolucionarios
rioplatenses estuvieron conducidos por hombres cuyo pensamiento, estaba
inspirado en la ideas de la ilustración y el liberalismo revolucionario
francés. Belgrano, Moreno, Paso, Castelli, entre otros.
Así como no es correcto hablar de que los bandos en pugna durante el
proceso independentista fueron criollos versus españoles, es preciso dejar
aclarado, que tampoco lo fueron liberales versus monárquicos.
Los partidos, si se nos permite tal licencia, estuvieron constituidos de
una forma bien distinta a la que se simplificó en criollos y españoles. Muchos
criollos eran colonialistas y muchos españoles eran independentistas. las
causas de la división eran ideológicas.
Por una parte, en España se distinguían los monárquicos , los que a su vez se
dividían en absolutistas que sostenían la primacía absoluta del rey por sobre
cualquier otra institución de gobierno; los parlamentaristas, que
pensaban que el rey no debía centralizar el poder en sus manos, sino que debía
compartirlo con un parlamento elegido por el pueblo; pero a la par de
estos, se encontraban los republicanos que sostenían la eliminación de la
monarquía y la instauración de una organización republicana similar a la que ya
estaba en marcha en Estados Unidos de Norteamérica. La república, les
era conocida a los españoles en razón de que, cuando la guerra de la
independencia de las colonias inglesas, España las había apoyado y desde
luego observado en su proceso de organización. Al sistema republicano por
entonces se lo hacía sinónimo de democrático.
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