En Europa, la revolución francesa había cuajado en la aparición de
Napoleón Bonaparte y este a su vez, en su plan expansionista de Francia y de
los modernos conceptos de la revolución, había invadido España
destronando al absolutista Fernando VII de Borbón poniendo en su
reemplazo a José Bonaparte quien en una de sus primeras medidas ordenó la
abolición de la
Inquisición y una serie de medidas de claro corte liberal.
Estas decisiones habían generado simpatías en importantes sectores
intelectuales, que no dudaron en adherir a la nueva monarquía
bonapartista, y estos fueron los llamados “afrancesados”.
En tanto en el Río de la Plata ,
los bandos denominados realistas y patriotas o revolucionarios se agrupaban de
otra manera y desde luego con otros objetivos.
Los revolucionarios de mayo, se dividían en independentistas que en un primer
momento y a condición de derrocar al virrey Cisneros, sostenían ser leales a
Fernando VII, pero como este se encontraba cautivo a manos del invasor
Bonaparte, era preciso que el Pueblo gobierne por sí hasta tanto se logre la
restauración del rey prisionero. Allí nace la famosa máscara de Fernando
VII, invento de Mariano Moreno, Juan José Castelli, Juan José Paso y Manuel
Belgrano entre otros.
Había por otra parte el sector de los comerciantes monopolistas, los que a su
vez podían ser liberales o absolutistas, pero lo que los unía era el objetivo de
seguir siendo colonias de España, porque de esa manera ellos mantenían el
privilegio del comercio de introducción y exportación de mercaderías. El
bolsillo siempre es protagonista a la hora de determinar revoluciones o
reacciones.
Los revolucionarios, no eran un todo homogéneo. Esto se vio desde un primer
momento. El diputado por Tucumán Dr. Nicolás Laguna, cuando la
convocatoria a Junta Grande de 1810, sostenía la necesidad de la
independencia de España y la organización del país bajo el sistema republicano
de gobierno. Para ilustrar sobre ello, llevaba la primera traducción de la Constitución de los
Estados Unidos de Norteamérica. Otros sostenían que una vez repuesto
Fernando VII en España, todo debía volver a como estaba antes de la
invasión francesa, en tanto que otros que tampoco dudaban que el destino de
estas colonias debía estar siempre junto a España, se matizaban de los
anteriores sosteniendo la necesidad de cambios en la organización política de
la obsoleta monarquía absolutista, la que se comenzó a identificar como “el
antiguo régimen”.
Pues bien, este compactado comentario, con que comencé en la
pretensión de realizar un ejercicio de memoria, me lleva a traer del fondo de
los recuerdos, que fue también un 24 de marzo, pero en el año 1816, en que
celebró su primera sesión el Congreso reunido en San Miguel de
Tucumán y que el 9 de Julio de dicho año Declarara la Independencia ,
haciendo nacer al concierto internacional de naciones el nuevo
estado de la
Provincias Unidas del Sur, convertidas en muy pocos días y ya
en Buenos Aires, en Provincias Unidas del Río de la Plata , confrontación con
sordina que fuera saldada con la denominación de Argentina, pero esto,
una vez que fue descartado el proyecto monárquico constitucional, o monarquía
atenuada como se la llamaba entonces.
El proyecto de constituir un país independiente bajo un
sistema monárquico, fue el que mayor vigencia y apoyo tenía desde un
principio. Ya en 1809 el partido Carlotino, del cual formaban parte Belgrano,
Castelli, Alvarez Jonte, Rodriguez Peña, etc., luego, fue cultivado por
José Francisco de San Martín.
Justo es decirlo, la primera voz republicana de la historia
argentina, y concebida esta como país independiente, perteneció al tucumano
Nicolás Laguna. Y bueno es recordarlo, que cuando reunido el
Congreso de Tucumán, en la voz de Belgrano se actualizó el proyecto monárquico
atemperado con un inca como rey que fue rechazado a instancias del Fray Justo
Santamaría de Oro O.P..
Finalmente, el proyecto republicano encuentra su
primera institucionalización y vigencia en la Constitución de la República de Tucumán,
liderada por Bernabé Aráoz, y elaborada por Nicolás Laguna y José Mariano
Serrano.
Como una suerte de torbellino y porque no como
una advertencia de los tiempos, la violencia y las luchas intestinas,
ensangrentaron la vida de la organización nacional de los argentinos.
Bernabé Araoz el primer republicano, producto de guerras comarcanas y
absolutamente menores por el poder provincial, muere fusilado contra el
paredón de la iglesia de Trancas, el 24 de Marzo de 1824.
Un día 24 de marzo de 1976, los Argentinos
ingresamos al mismísimo averno.
por Luis Horacio Yanicelli
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