El cerco se cierra
Lo cierto es que en el Estado Mayor que rodea a Pistarini se decide utilizar la oportunidad para fijar, en cambio, una posición muy distinta frente al gobierno. se procura marcar ante los mando suna línea divergente con la de la Secretaría de Guerra. En medio de estricta reserva los generales Lanusse y López Aufranc -también fue consultado el general Alsogaray- colaboran en dar forma al discurso que Pistarini va a pronunciar en plaza San Martín. Sólo muy pocos conocen su texto, porque de trascender la Secretaría de Guerra podría disponer el reemplazo del orador. cuando en la mañana del 29 comienza el acto, los funcionarios muestran una aburrida cara de circunstancias. Es muy temprano, y no es esa, evidentemente, una "hora radical". Nadie parece notar, incluso, que un reducido grupo de iniciados se ha colocado a espaldas del general Pistarini para seguir paso a paso las reacciones que sus palabras van a provocar en el palco oficial, ubicado a un costado del orador.
El discurso empieza, sí, con fórmulas rituales, pero imprevistamente el comandante en jefe del Ejército desliza frases tales como: "la libertad es una declamación cuando no está avalada por el ejercicio de la autoridad". Una onda de cuchicheos, gestos y movimientos de ceño atraviesa de pronto el palco oficial. Cuando el discurso termina el palco de autoridades permanece mudo, estático, sin el ruido de un aplauso. Nadie se acerca a saludar al disertante, salvo el sorprendido subsecretario de guerra -general Laprida-, que murmura algo apenas escuchado por cuatro altos jefes que están muy cerca del lugar: -"No esperaba esto de vos". Pistarini no responde y va a ocupar su lugar en el palco oficial, al lado del presidente de la República. Es ahora éste que musita : -"General, después me va a explicar usted esto de falta de autoridad..." Pero la explicación nunca llegó a producirse.
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