Frente al Parque se encuentra la iglesia rusa, una de las más hermosas de Buenos Aires por su colorido y su cúpula redonda. El Lezama, es una caja de sorpresas, un espacio que nuclea incontables historias.
Antonio J. Bucich, investigó y narró la vida del parque, Ernesto Sábato inició su célebre novela Sobre Héroes y Tumbas con Martín -uno de los personajes- sentado en uno de los bancos cerca de la estatua de Ceres. Estanislao del Campo lo mencionó en su Fausto. En este histórico parque se asentó el primer depósito de pólvora, el primer molino de viento y el primer horno para fabricar ladrillos de la ciudad.
Pero el parque es historia y futuro por otros bienes incambiables, por la belleza de su paisaje y la calidez de sus visitantes. Aquí encontramos niños que corretean sus jardines, jubilados que disfrutan jugando a las cartas, damas o ajedrez, o de las esculturas o la fuente. Parejas que tejen sueños y palabras sopladas por el viento. En este parque entrelazamos una magia interna única.
Todos esperamos que este lugar siga siendo público, que no haya que atravesar verjas para visitarlo o pagar entrada. Por supuesto que merece la mejor atención y cuidado posible. Es necesario cuidar uno de los espacios más ricos de la ciudad. Por su historia, por su memoria y por las tantas alegrías que dio y sigue dando a sus visitantes. Es de esperar que los versos de Baldomero Fernández Moreno: "He ido a ver el parque de Lezama en el atardecer de un día cualquiera, / y me he encontrado uno diferente al que por tantos años conociera", no se transformen en la pérdida irreparable de uno de los lugares más cálidos de Buenos Aires.
Eduardo Scirica
En San Telmo y sus alrededores Nº 14
Julio1998
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