Con el correr de los años el paseo público se transformó en un lugar con una animada actividad social. Contaba con un pequeño tren, calesita, lago artificial, tambo, teatro al aire libre, pabellón para banquetes, circo, anfiteatro, un restaurante y un cinematógrafo, el primero que funcionó en el barrio de San Telmo.
En 1931 se sacó la verja que rodeaba al parque. Algunas crónicas dicen que algunos asaltantes, cuando eran perseguidos por la policía, lo escalaban hábilmente encontrando refugio. A partir de entonces el paseo fue completamente libre, ya que antes era abierto al público solamente los jueves y domingos.
En 1936 se erigió allí el Monumento a
En 1938, con la construcción de diversas obras complementarias el parque tomó su aspecto actual. Entre estas obras podemos mencionar la fuente que da a Brasil en el sitio del antiguo anfiteatro; el monumento a Pedro de Mendoza y el busto al alemán Ulrico Schmidel (acompañante de Don Pedro de Mendoza y primer cronista de Buenos Aires.
Pero el parque no es sólo recuerdos, lo que también se destaca es su gente, las muchedumbres que lo visitan dándole vida y movimiento, creando y enriqueciendo su historia periódicamente.
Por su feria artesanal cosmopolita desfilaron stands de las más diversas culturas, desde indígenas y africanos hasta rusos y cubanos. En ella se pueden encontrar una multiplicidad de artículos artesanales: están los hechos con metales, cuero, piedras; además de los cuadros, pinturas, souvenirs y casas coloniales de adorno.
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