"Ramón Valdez Cora es argentino, de 42 años, nacido en Santa Fe", informó el diario La Prensa. En un detallado registro de sus antecedentes, constaba que había vivido en La Plata, donde trabajó en el Correo hasta ser despedido en 1928. Pero el retrato que trazaba La Prensa era ambiguo: afiliado al Partido Conservador, Valdez Cora "actuó en muchos actos comiciales y en cada manifestación partidaria evidenció el entusiasmo y la decisión, algunas veces con marcada vehemencia, que lo animaba".
En cambio, el diario Crítica dio una imagen más precisa del asesino: "matón a sueldo" de los políticos conservadores, provocador profesional, solía infiltrarse en actos de la oposición, a veces revólver en mano, para provocar disturbios. Tras su expulsión del Correo "en vez de ser inmediatamente exonerado, obtuvo por medio de cuñas que lo pasaran a prestar servicios en la Capital Federal".
Los golpistas de septiembre de 1930 lo habían contado en sus filas. Y como recompensa lo designaron comisario, a cargo de la seccional primera de Vicente López. Allí estuvo seis meses, lapso en que "realizó actos suficientes como para reafirmar su fama de coimero". Valdez Cora fue trasladado a Chacabuco y con él se mudaron a esa ciudad los delincuentes y capitalistas de juego a los que protegía.
Valdez Cora declaró que efectuó los disparos al ver dirigirse a Bordabehere hacia Duhau, creyendo que el ministro podía ser agredido. Pudo entrar al Senado sin problemas, "por ser persona muy conocida", según dijo, para no delatar a sus protectores. Y de hecho había presenciado todo el debate por el comercio de carnes.
En 1937 el juez Miguel Jantus lo condenó a doce años de prisión por homicidio simple, considerando que "no tuvo el propósito preconcebido o deliberado de dar muerte al doctor Bordabehere". La Cámara Penal elevó la condena a veinte años, pero Valdez Cora quedó en libertad en 1953, por buena conducta.
La versión oficial no sólo recortó la historia sino que sumó confusión en su aspecto central: el objeto y el destinatario del crimen. Valdez Cora no actuó por un impulso irracional. En su investigación sobre el caso, Víctor N. Vimo demostró que el propósito del sicario fue asesinar a Bordabehere y ese acto tuvo como objetivo frenar el debate sobre el comercio de carnes, que comprometía a los funcionarios de Justo y exponía a la luz pública los privilegios del capital británico. De hecho, el debate se clausuró con la muerte del senador electo.
La Justicia fue incapaz de señalar a los que habían facilitado el ingreso de Valdez Cora al Senado. Tampoco pudo identificar a los instigadores del crimen. La política argentina incorporó un nuevo término: impunidad. Una palabra que no ha dejado de resonar en la historia nacional.
http://archivo.lacapital.com.ar
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