El entierro de Enzo Bordabehere en la ciudad de Rosario fue imponente, una multitud de más de 70 mil personas formó el cortejo y llevó el féretro a pulso hasta el cementerio del Salvador. En ese lugar, el gobernador de la provincia de Santa Fe, Luciano F. Molinas, encabezando una larga lista de oradores, destacó la gravedad del crimen que tuvo por escenario el Senado, porque un episodio de esa naturaleza "no se conoció nunca en los recintos legislativos, ni en las horas más agitadas de nuestra organización política". Bosquejó la vida de Bordabehere, "ejemplo de militancia nacional no obstante ser de origen uruguayo", y advirtió que se infiltraba "en el alma de la República una cuota de profundo escepticismo, que nos hace mirar con recelo el porvenir".
Ese mismo día Ramón Valdez Cora en el Departamento de Policía confesó ser autor del crimen ante el juez Miguel Jantus, afirmando que "obró por impulso propio en un momento de ofuscación, en defensa de amigos políticos". Al mismo tiempo, el matutino Libertad, órgano del partido Socialista Independiente al que pertenecía Pinedo, inició una campaña para demostrar que Bordabehere había sido un provocador descontrolado, protagonista de hechos de violencia cuando quería salvar situaciones personales insostenibles.
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