Durante unas durísimas negociaciones, España aceptó en Tordesillas que se realizara una división por meridianos como planteaba la bula «Inter caetera», si bien de forma más favorable a los intereses portugueses de la planteada por el Papa valenciano Alejandro VI
Entre
resignado y furioso, Francisco I de Francia reclamó al Papa con
insistencia ver el testamento de Adán ante las sucesivas bulas
papales que reconocían la preeminencia española en la conquista de América. «El
sol luce para mí como para otros. Querría ver la cláusula del testamento de Adán que me excluye del
reparto del mundo y le deja todo a castellanos y portugueses», exclamó sobre
los términos del Tratado de Tordesillas .
En
España y Portugal se llamaba directamente Testamento de Adán al Tratado de
Tordesillas . Un acuerdo entre ambos países, donde medió el Papa
valenciano Alejandro VI , para delimitar
los territorios que Cristóbal Colón descubrió sin saberlo en 1492. Todo un
continente repartido entre las dos grandes potencias imperiales de su tiempo. Y
nada pudo hacer Francia, ni Inglaterra, ni Turquía frente a aquella
preeminencia. Según concluyeron sus enemigos, es como si únicamente los
ibéricos fueran hijos de Adán.
Como
explica Carlos Canales y Miguel del Rey en «Las Reglas del
Viento: cara y cruz de la Armada Española en el siglo XVI», «a partir del descubrimiento
de nuevas tierras en el hemisferio occidental la historia cambió y se abrió una
nueva era para la humanidad». Poca veces a lo largo de los tiempos ocurrieron
tantas cosas importantes en una única década, la de 1490, es decir, la de 1492.
A partir de esa fecha, los marineros españoles, portugueses y los italianos
bajo su mando dibujaron un
nuevo mundo repleto de riquezas y de posibilidades . Los océanos que
no controlaba España era porque, de hecho, los dominaba Portugal. Rara vez en
la historia se ha vivido un dominio igual de dos países sobre el resto del
planeta.
El
Descubrimiento de Colón cambia el mundo
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Al
finalizar en 1479 la Guerra de Sucesión castellana , que involucró a
Portugal a favor de Juana la «Beltraneja» en contra de los Reyes Católicos, se
firmó el Tratado de Alcáçovas y se dio inicio a un periodo de
acercamiento entre España y Portugal. El texto, además, dirimió varios asuntos
territoriales pendientes entre ambas Coronas: las Islas Canarias pertenecían
por derecho a Castilla; el reino de Fez, las islas Azores y Madeira, Cabo
Verde, la Guinea y el derecho de navegación más allá de las Canarias, se le
reconocían a Portugal. Si bien la navegación y el comercio atlántico no eran en
ese momento una prioridad para los españoles, más tarde ese mismo tratado iba a
suponer un obstáculo para las ambiciones hispánicas.
La
culpa de todo la tuvo un navegante supuestamente genovés, Cristóbal
Colón . Tras ser rechazado su proyecto en la corte portuguesa de viajar
hacia Occidente hasta dar con Cipango (Japón) , logró que los Reyes
Católicos lo financiaran. Es por esa espina clavada en su ego que Colón hizo
escala en Lisboa en su viaje de vuelta y alardeó ante Juan
II de que, después de todo, su descubrimiento sí había merecido la pena. A
nivel internacional aquel gesto desencadenó una guerra. El Rey de Portugal creía
que los términos del tratado de Alcáçovas habían sido violados con lo hallado
por Colón y levantó una armada en las Azores para reivindicar los
derechos sobre el Descubrimiento.
Por
el contrario, Fernando de Aragón no movilizó ninguna flota. Inició
una ofensiva diplomática dirigida a obligar al Papa valenciano Alejandro VI a
que «leyera en alto» el testamento de Adán e impulsara a España en su
misión de evangelizar el nuevo mundo . Sus relaciones en ese momento con
los Borgia eran buenas y pensaba sacar partido de sus concesiones aragonesas a
la familia valenciana en la península: había apoyado que César fuera
designado arzobispo de Valencia y que Juan se casara con una prima
del Rey.
No
le decepcionó el segundo de los papas españoles. Alejandro VI había
llegado al papado precisamente en 1492 (el año del Descubrimiento de Cristóbal
Colón) y al regreso del navegante dictó cinco bulas en cuestión de un año (« Inter
caetera », « Piis fidelium », « Inter caetera » de
mayo, « Eximie devotionis » y « Dudum siquidem ») que
reconocían los derechos españoles sobre las nuevas tierras, como explica Carlos Canales y Miguel del
Rey en el citado libro.
Estas
bulas derogaban anteriores dictados y anulaban, a ojos de Dios, los tratados
que reconocían los derechos portugueses en los mares y tierras africanos
más allá de Canarias . Hasta tal punto que la «Eximie devotionis» fue
otorgada por vía extraordinaria secreta y otorgaba a los Reyes
Católicos los indultos y privilegios otorgados antes a Portugal en sus
territorios de ultramar.
El
Tratado de Tordesillas, un reparto histórico
Obviamente,
Juan II prefirió ignorar el arbitraje pontificio y hablar directamente
con los Reyes Católicos . El Papa está comprado, debió pensar el
portugués como si se tratara de un árbitro de fútbol sospechoso de favorecer a
uno de los equipos.
Tordesillas
(Valladolid) , donde años después se marchitaría Juana la Loca , fue el lugar
elegido para iniciar las negociaciones entre ambos países en 1494. Los Reyes
Católicos fueron representados por Enrique Enríquez de Guzmán ,
mayordomo mayor de los reyes, Gutierre de Cárdenas , comendador mayor
de la Orden de Santiago y contador real, y el doctor Francisco
Maldonado; mientras que Juan II envió a Ruy de Sousa , su hijo Juan
de Sousa y el magistrado Arias de Almadana .
¿Qué
buscaba exactamente Portugal? En verdad todavía no se conocía la magnitud del
Descubrimiento. No había razón para discutir por el reparto de algo
desconocido, salvo porque el auténtico objetivo del Rey Juan II era mantener
abierta la ruta con la India , tan lucrativa para Portugal desde que Turquía bloqueara
las rutas mediterráneas.
En
principio la propuesta portuguesa era realizar una partición de territorios
basada en latitudes, de modo que sus barcos pudieran dirigirse a la
India bordeando África o a directamente a través del Océano
Atlántico por el sur. Tras unas durísimas negociaciones, la respuesta
española fue que, al contrario, la división se mantuviera por meridianos como
planteaba la bula «Inter caetera», si bien de forma más favorable a los
portugueses de la planteada por el Papa. Los portugueses aceptaron el arreglo.
No así el Pontífice que, a modo de protesta, nunca confirmó el tratado y hubo
que esperar a que Julio II lo hiciese por medio de la bula « Ea
quae pro bono pacis » en 1506.
Así,
el texto reservaba para Portugal el Atlántico y los territorios que había
hallado Castilla por un meridiano fijado a 370 leguas del archipiélago de
Cabo Verde . A España se le reconoció la libre navegación por las aguas
del lado portugués para viajar a América y se le otorgó derechos de
evangelización y soberanía en las nuevas tierras occidentales. En la totalidad
de esas tierras. O al menos eso era lo que se pensaba.
La
incapacidad técnica de realizar una partición exacta a lo firmado el 7 de junio
de 1494 dio lugar a una serie de conflictos entre ambos países. En el año 1498
se descubrió una nueva ruta hasta la India y en 1500 Brasil , un
territorio que se encontraba en la parte portuguesa del Tratado de
Tordesillas. Pedro Álvares Cabral llegó a este territorio en abril de
1500 y, amparado en el tratado, procedió a tomar posesión en nombre del Rey de
Portugal. No en vano, se trató de la fecha del «descubrimiento oficial», puesto
que el español Vicente Pinzón ya había estado en los últimos días del
mes de enero del año 1500 en el cabo de Santa María de la
Consolación (identificado actualmente como cabo de San Agustín ).
A
partir de 1530, la corona portuguesa inició la colonización de
Brasil y expulsó a los franceses que merodeaban por las islas cercanas. Y no solo eso. Portugal
transgredió en su colonización del continente americano la demarcación del
Tratado de Tordesillas al avanzar paulatinamente desde el Brasil hacia el
oeste y sur de América del Sur. Escudados en que se trataba de un error de
medición, los portugueses sobrepasaron con creces las fronteras que
señalaba la línea de Tordesillas . Las líneas del actual Brasil son
el resultado de la carencia de instrumentos para determinar bien los meridianos
y de las transgresiones portuguesas sobre el tratado.
En
cualquier caso durante sesenta años el tratado dejó de tener sentido legal con
la unión dinástica y se terminaron parcialmente los conflictos territoriales.
Los dos imperios que dominaban el mundo quedaron sellados bajo una misma
monarquía.
Cuando
en 1578 el Rey de Portugal Sebastián I de Avís perdió la vida en una
demencial incursión por el norte de África , Felipe II –emparentado con la
dinastía portuguesa por vía materna– desplegó una contundente campaña a nivel
diplomático para postularse como el heredero a la Corona lusa, que fue asumida
brevemente por el Cardenal-infante don Enrique hasta su muerte. «El
reino de Portugal lo heredé, lo compré y lo conquisté», aseguraría Felipe II.
El Rey Prudente contaba con el apoyo de buena parte de la nobleza portuguesa y
el beneplácito de las potencias europeas (más bien resignación), pero el
levantamiento popular promovido por Antonio, el Prior de Crato, hijo
bastardo del infante Luis de Portugal , obligó al Imperio español a
iniciar las operaciones militares.
La
muerte del acuerdo: Tratado de Madrid
El
país vecino rindió pleitesía a Felipe II en abril de 1581, siendo coronado
como Felipe I de Portugal . El imperio donde no se ponía el sol
suponía, en la práctica, un conjunto de territorios con sus
propias estructuras institucionales y ordenamientos jurídicos ,
diferentes y particulares, que se hallaban gobernados por los monarcas
españoles de la Casa de Austria o por sus representantes. Entre 1580
y 1640, los portugueses se cuidaron de ser ellos quienes gestionaban su imperio
comercial bajo la supervisión general de Madrid, que abrió todo el mercado
americano a los insaciables comerciante portugueses.
No
fueron los castellanos los que penetraron en las posesiones portuguesas, como
tanto temieron aquellos que siguieron al Prior Antonio en sus
revueltas, sino todo lo contrario. A principios del siglo XVII se sucedieron
las quejas contra los omnipresentes comerciantes portugueses por
parte de colonos castellanos, mexicanos, peruanos: «Los portugueses cada vez
son más en las Indias españolas y llegan en todas las flotas, mientras que
tienen buen cuidado en mantener a los castellanos alejados de las Indias
Orientales».
Además,
los reyes otorgaron a exploradores portugueses capitanías y concesiones
en la cuenca amazónico , penetrando los portugueses profundamente en
la selva brasileña más allá de lo delimitado en Tordesillas. De este modo,
cuando en 1640 se produjo la independencia de
Portugal , los portugueses habían ampliado notablemente sus posesiones
en virtud del precepto «Uti possidetis, ita possideatis» (quien posee de hecho,
debe poseer de derecho).
La
independencia de Portugal y la sucesiva guerra entre ambos países dio lugar a
que se transgrediera todavía más el maltrecho Tratado de Tordesillas, porque
tanto España como Portugal establecieron nuevas ciudades en los territorios
controlados por su enemigo. Hubo que esperar al Tratado de Madrid, firmado
por Fernando VI de España y Juan V de Portugal el 13 de
enero de 1750, para certificar oficialmente la muerte del de Tordesillas y
definir los límites entre las respectivas colonias portuguesas y españolas
en América del Sur .
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