martes, 16 de abril de 2019

Conformación del Estado Nacional (1854-1900) - Parte 4


Sociedad e inmigración

Las nuevas economías que se integraban a la División Internacional del Trabajo en la segunda mitad del Siglo XIX –Argentina, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Chile, Brasil y Uruguay– experimentaron un significativo crecimiento de la inmigración europea, continuando el sendero ya trazado por los EEUU durante el siglo anterior.

La Argentina se constituyó en uno de los principales receptores de la inmigración europea, cuyo impacto fue determinante, tanto por la cantidad de nuevos pobladores como por la escasa población preexistente que había disminuido aún más a consecuencia del genocidio de mestizos, pobladores originarios y afrodescendientes implementado por el Estado Nacional Oligárquico. (Gori, 1964).
Según el Primer Censo Nacional, realizado en 1869, la población argentina no llegaba a 2 millones, en tanto, para 1920, más de la mitad de los habitantes de Buenos Aires eran nacidos en el exterior. De este modo, la política inmigratoria fue considerada como una herramienta esencial para el proyecto oligárquico que adoptaron el lema alberdiano“gobernar es poblar” y sus criterios discriminatorios en términos étnicos:

Poblar –afirmaba Alberdi– es civilizar cuando se puebla con gente civilizada, es decir, con pobladores de la Europa civilizada. Por eso he dicho en la Constitución que el gobierno debe fomentar la inmigración europea. Pero poblar no es civilizar, sino embrutecer, cuando se puebla con chinos y con indios de Asia y con negros de África. Poblar es apestar, corromper, degenerar, envenenar un país, cuando en vez de poblarlo con la flor de la población trabajadora de Europa, se le puebla con la basura de la Europa atrasada o menos culta. Porque hay Europa y Europa, conviene no olvidarlo; y se puede estar dentro del texto liberal de la Constitución, que ordena fomentar la inmigración europea, sin dejar por eso de arruinar un país de Sud América con sólo poblarlo de inmigrados europeos.
(Alberdi, 1879)

Para 1914, los extranjeros representaban el 40% de la mano de obra y poseían alrededor del 50% del capital, con el consiguiente impacto sobre la matriz económica y la distribución del PBI. De este modo, en menos de medio siglo la composición demográfica del país se modificó en forma radical. Para 1869, el país contaba con 1.877.490 habitantes, de los cuales 160.000 habían arribado de Europa durante la década precedente. Para 1930 los inmigrantes llegados a la Argentina sumarían 6.300.000, de los cuales 3.385.000 se establecerían de manera definitiva.

La inmigración en las áreas rurales

Los primeros intentos de impulsar la inmigración europea fueron un tanto erráticos y atomizados. Las primeras colonias rurales de inmigrantes se establecieron en 1855 en la Provincia de Corrientes, producto del acuerdo entre el gobierno de Urquiza y el médico francés Auguste Brougnes, quien se comprometió a conseguir la llegada de mil familias de agricultores en un lapso de diez años. La provincia les entregaría 35 hectáreas de tierras laborables, además de alimentos, semillas, animales y útiles de labranza. Los inmigrantes se asentaron en Santa Ana, Yapeyú, Empedrado, Bella Vista y en las cercanías de la ciudad de Corrientes.

En enero de 1856 se creó la colonia agrícola-militar "Nueva Roma", con mayoría de inmigrantes de origen italiano, en las proximidades de Bahía Blanca, pero el fallecimiento de su fundador, el Coronel Silvino Olivieri, trajo aparejado su fracaso. 

A finales de ese mismo año, se fundaron la Colonia Suiza de Baradero y la colonia Esperanza, en Santa Fe –poblada por suizos, franceses y alemanes, gestionada por Aarón Castellanos–. En la década siguiente sería el turno de la Colonia Galesa de Gainman, en Chubut, patrocinada por el Ministro de Interior Guillermo Rawson, en 1864.

Con el fin de promover el flujo inmigratorio, en 1857 se fundó en Buenos Aires la Asociación Filantrópica de Inmigración, provista de subvención gubernamental y de terrenos anexos al puerto de la ciudad. Allí se levantó el primer Hotel de Inmigrantes. Simultáneamente, en Entre Ríos, Urquiza patrocinó personalmente la creación de la Colonia San José.

En tanto el presidente Urquiza se ocupó personalmente de impulsar el establecimiento de colonias de inmigrantes, sus sucesores, Mitre y Sarmiento, se limitaron a apoyar iniciativas inmigratorias, sin considerar esta actividad como una política de Estado, aun cuando el artículo 25 de la Constitución Nacional daba una señal terminante en ese sentido:
Art. 25. El Gobierno federal fomentará la inmigración europea; y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias, e introducir y enseñar las ciencias y las artes.

Si bien los publicistas nativos del liberalismo dependiente recomendaban convocar a inmigrantes protestantes, de origen anglosajón, elogiando su moralidad, alfabetización, capacidad de ahorro, espíritu empresarial, etc., esos mismos inmigrantes preferían como destino los EEUU o las colonias británicas de la Commonwealth, donde se les ofrecían condiciones mucho mas favorables que en nuestro país. En efecto, a contramano de las primeras colonias establecidas en la década de 1850, la masa inmigratoria en la Argentina se compuso principalmente de italianos, españoles y población del este de Europa, justamente aquellos contra cuya llegada alertaban Alberdi y Sarmiento en sus escritos. (Alberdi, 1852 y Sarmiento, 1845). Un caso particular fue el del Territorio Nacional –hoy provincia– de Misiones, que se caracterizó por la ausencia de inmigración italiana. En 1896 llegó el primer contingente de polacos, que se estableció en la localidad de Apóstoles, y luego se sumaron inmigrantes alemanes y ucranianos.

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