La embarcación atacante resultó ser un corsario chileno, pues en medio del combate enarboló el pabellón de este país, y después corrió a ocultar su cobardía en las procelosas aguas del Pacífico. No fue esta la única contrariedad que le estaba reservada al intrépido Bouchard; a los dos años justos de su partida de la ensenada de Barragán, llegaba al Puerto de Valparaíso, donde el almirante Cochrane, movido por una emulación indigna de su rango y nombre, le arrebató arbitrariamente la “Argentina” y la “Chacabuco” y su rico botín de guerra, poniendo en prisión al Jefe de la expedición y a su audaz tripulación. Bouchard, ante aquella inicua como inesperada arbitrariedad, no se resiste, como pudo haberlo hecho, después de las magníficas hazañas que acababa de acometer y prefiere esperar los resultados de ese atropello, los que no tardan en producirse. Surgen violentas reclamaciones del Gobierno de las Provincias Unidas y el bravo coronel Mariano Necochea, que se entera que la bandera de su Patria ha sido arriada de la “Argentina” y de la “Chacabuco”, manda un piquete de granaderos a bordo de estos buques con la orden terminante al oficial que lo comanda, de volverla a colocar en el tope de los mástiles, de buen grado o por la fuerza; orden que se cumple. Se puso en libertad al intrépido Bouchard, y al antiguo teniente de aquellos Granaderos antes de cumplirse los 5 meses de prisión.
Bouchard regresó a Buenos Aires a fines de 1819. Desarmado el crucero la “Argentina”, en él se embarcó para la expedición al Perú, el 20 de agosto de 1820, rebautizado con el antiguo nombre: “Consecuencia”. En este buque se embarcó el Regimiento de Granaderos a Caballo, compuesto de 3 jefes, 17 oficiales y 271 de tropa; y también el de Cazadores a Caballo, que sumaba 3 jefes, 19 oficiales y 261 de tropa. La “Santa Rosa”, una de las presas que había hecho en su campaña de corso, embarcó dos compañías del Batallón 8º de los Andes y el batallón de Artillería; yendo en ella, el joven Tomás Espora.
En noviembre del mismo año se hallaba en la rada de Ancón, a siete leguas de Lima, y Bouchard con su acostumbrado patriotismo hablaba de las operaciones en que toma parte en carta a su pariente Vicente Anastasio Echevarría: “Lo único que puedo decirle es que nunca la causa de la América ha presentado mejor aspecto que en el día”; y unas líneas más abajo, sin manifestar rencor alguno al almirante Cochrane, relata el audaz apresamiento de la famosa fragata “Esmeralda”, bajo los fuegos de las fortificaciones del Callao.
En diciembre de aquel año se presentó el general San Martín, manifestándole deseos de regresar a Chile, pero éste le exigió se mantuviera en aquellas aguas por 5 meses más. El 11 de julio de 1821 escribe Bouchard haber recibido orden del General en Jefe de trasladarse al Callao a ponerse bajo el mando de Cochrane “para pasar con todos los buques que nos hallamos armados y batir las fortalezas –escribe- en el mismo tiempo que por tierra el señor General piensa tomar al asalto. Yo no diré cuál será el resultado, más lo que le puedo decir a Vd. Es que por mi parte tengo ganas de batirme y ver si se puede concluir estos trabajos, pues protesto que me hallo cansado”.
A mediados de 1822 Bouchard rompe sus relaciones con Echevarría, armador de la “Argentina”, el cual no le había entregado a aquél la parte que le correspondía en los apresamientos del “Halcón”, 7 años antes y le reprochaba de “haber dejado pasar hambre a su familia y no haber hecho callar a los que lo deshonran”.
Cuando Cochrane abandonó a San Martín, apoderándose violentamente de los caudales de Lima depositados en los buques de su escuadra, el Protector creó una nueva fuerza naval, cuya base principal fue la fragata española “Prueba”, que se había entregado en el Callao al gobierno peruano. San Martín nombró a Bouchard comandante de aquel buque, que montaba 50 cañones. Cuando el después famoso almirante inglés renovó sus reclamos pecuniarios y sus pleitos, el ministro general Tomás Guido, respaldado esta vez por la nueva escuadra peruana y sobre todo, la fragata “Prueba” mandada por Bouchard, contestó con firmeza negándose a discutir con Cochrane y refiriéndose al Gobierno de Chile; y en previsión de algún golpe de mano, ordenó al buque de Bouchard de estar listo para hacerse a la vela en protección de los demás barcos. Finalmente Lord Cochrane decidió retirarse ante la firmeza del gobierno peruano, y al pasar frente a la fragata “Prueba”, las portas de ésta se abrieron a un tiempo, enseñando toda la batería en zafarrancho de combate, con la gente en su puesto.
En la toldilla de la “Prueba”, dice el capitán de fragata Teodoro Caillet-Bois describiendo este episodio en el “Boletín del Centro Naval”, “la luz del bombillo en el compás deja entrever una alta silueta junto a la rueda del timón. Sonrisa burlona ilumina el rostro varonil, mientras el negro velamen furtivo se diluye en las tinieblas”.
En 1825 el general Alvarez Thomas intentó, aunque en vano, reconciliar a Echevarría con Bouchard, “pero el carácter caviloso y altanero” de éste impidió tal propósito. En 1828 se le ve al último actuar en la expedición del almirante Guise a Guayaquil, y a la muerte de éste, el 19 de enero de 1829, Bouchard se hizo cargo del mando en jefe de la escuadra del Perú.
Dos meses después de la toma de la plaza, la fragata “Presidente” –ex “Prueba”- donde izaba el último su insignia, voló como consecuencia de un incendio en la santabárbara y por esta causa fue separado del servicio naval.
En 1831 recibió del gobierno peruano la hacienda de San Javier de Nazca, lindante con Palpa. Dedicó una parte de su fortuna a la fundación de un establecimiento para la elaboración de la caña de azúcar en el Perú. Allí pereció asesinado a manos de un mulato, el 4 de noviembre de 1837, en la Hacienda de “La Buena Suerte”. Sus restos estuvieron perdidos por más de 120 años, hasta que en junio de 1962 fueron encontrados en una cripta olvidada de una parroquia en Nazca, Perú. El 6 de julio de ese año fueron exhumados y repatriados a Buenos Aires por una comisión formada por la Armada Argentina y la Armada de Perú. Sus restos arribaron a bordo del crucero “La Argentina” y hoy descansan en el Panteón Naval de Buenos Aires.
Como se ha referido más arriba, Hipólito Bouchard contrajo enlace en Buenos Aires en 1812, con Norberta Merlo, autorizando el matrimonio el capellán del Regimiento de Granaderos a Caballo, José Gabriel Pena y apadrinándolo el 2º Jefe del mismo, sargento mayor Carlos de Alvear y su esposa, Carmen de la Quintanilla. El 16 de octubre de 1813 nació su hija Carmen, apadrinada por Alvear y su esposa; y el 17 de julio de 1817, ocho días después de su partida al crucero alrededor del mundo, su hija Fermina, que apadrinó el Dr. Vicente Anastasio Echevarría. Norberta Merlo de Bouchard falleció en Montevideo el 15 de marzo de 1869.
Referencia
(1) El 24 de octubre, a consecuencia del tratado ajustado con Elío, fueron desarmados los buques en el Riachuelo y licenciadas sus tripulaciones.
Fuente
Efemérides – Patricios de Vuelta de Obligado
Instituto Nacional Browniano
Portal www.revisionistas.com.ar
Yaben, Jacinto R. – Biografías argentinas y sudamericanas – Buenos Aires (1938).
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