En el nonagésimo aniversario de su muerte, la Academia
Nacional de la Historia editó Roca, un libro que recorre en imágenes la vida de
uno de los personajes nefastos de nuestra historia.
La Academia Nacional de la Historia ha querido
conmemorar el nonagésimo aniversario de la muerte de Julio Argentino Roca, y el
centésimo de la finalización de su segundo mandato con la publicación de un
libro imprescindible, en tanto reúne y presenta, con un lujo inusual y un
excelente diseño gráfico del estudio Marius Riveiro Villar, lo mejor de la
iconografía relativa a este nombre clave.
A la abundancia de retratos y
fotografías de familia -muchas de ellas, hasta ahora, virtualmente
desconocidas-, a los innumerables testimonios gráficos y pictóricos sobre su
actividad como militar y político -que incluyen tomas actuales de obras
arquitectónicas, mapas, armas, y todo tipo de objeto tocado por el General- se
agregan fotografías que dan cuenta de una fortuna personal fastuosa, en
crecimiento proporcional a su ascenso en la escala del poder, que incluye
estancias, mansiones urbanas y todo tipo de bienes artísticos de una belleza
deslumbrante.
Cien años después, el lector recorre las páginas con la ambigua
fascinación de quien mira las imágenes del trasatlántico Titanic, sin dejar de
preguntarse qué factor escondido detrás de tanto oropel, o qué falla en el
ensamblado de las partes de ese orden aparentemente indestructible, dio origen
al naufragio. Y al mismo tiempo, salvando las melancólicas distancias, las
imágenes nos remiten constantemente el engañoso esplendor del siguiente fin de
siglo, la trampa implícita en ese declarado afán de "insertar a la
Argentina" -según las palabras de Félix Luna- "en las singladuras de
la modernidad", o como se decía hasta hace poco, en las "coordenadas
del Primer Mundo".
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