No conozco biografías importantes de Pringles. Las he
buscado y no las he encontrado. Sé que hay un texto escrito por Gerónimo Espejo
en 1888. Después hay comentarios sueltos, fragmentos, anécdotas que se
confunden con la leyenda. Sarmiento lo menciona en un discurso. Bolívar lo
recuerda por haberle entregado la Orden del Sol. San Martín lo menciona cuando
le entrega otra medalla. Mitre le dedica algunos párrafos. Algo parecido hacen
Paz y Lamadrid en sus Memorias. Nadie habla demasiado de él pero todos
coinciden en destacar su valentía, su coraje temerario. No era soberbio ni
necio, mucho menos infatuado. Con esos reconocimientos a él le alcanzaba.
Juan Pascual Pringles nació en San Luis el 17 de mayo de
1795 y murió cerca de río Quinto el 19 de mayo de 1831. Sus padres fueron
Gabriel Pringles y Andrea Sosa. La leyenda cuenta que su casa paterna estaba
levantada en la esquina de 9 de Julio y Colón. No se sabe muy bien dónde
estudió. Es probable que haya aprendido a leer y escribir en su casa o con
algún maestro particular. El futuro guerrero de la Independencia se inició como
empleado de comercio en Mendoza. El destino se empecina en tejer esos pequeños
contrastes. Durante dos o tres años el joven Juan Pascual se desempeña detrás
de un mostrador en la tienda de don Manuel Tabla. En algún momento decide dejar
las comodidades del empleo para asumir su destino militar.
Bajo las órdenes de Vicente Dupuy, gobernador de la
provincia, el joven Pringles aprende a manejar las armas. Para esa fecha se
casa con Valeriana Villegas que será la madre de su única hija: Fermina
Nicasia. A mediados de 1818, soldados y oficiales realistas están confinados en
San Luis. Es la sanción impuesta por San Martín a los derrotados en Chacabuco.
En febrero de 1819 los prisioneros se amotinan bajo las órdenes del general
José Ordóñez. No se sabe bien si tomaron la Casa de Gobierno o estuvieron a
punto de tomarla. Lo que se sabe es que la respuesta patriota fue fulminante y
los amotinados fueron reducidos. Dos personajes se destacaron en ese operativo.
Uno se llamaba Pringles; el otro, Facundo Quiroga. Hay que prestar atención a
este detalle porque años más tarde el destino volvería a juntarlos.
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