La presidencia
En 1905, Roque Sáenz Peña fue llamado al Perú. El gobierno de ese país le
tributó un homenaje impresionante y aplaudido por multitudes, por aquella
actuación juvenil en la Guerra del Pacífico. Fue condecorado y recibió el grado
de general de brigada.
Al año siguiente, fue elegido diputado nacional. Pero ocupó muy poco tiempo su
banca, porque lo nombraron embajador en España y en Portugal, y luego en Italia
y en Suiza. Actuó con gran brillo en la Conferencia de La Haya, propiciando el
establecimiento de un Tribunal Internacional de Arbitraje.
Fue elegido presidente de la República en 1910, con el doctor Victorino de la
Plaza como compañero de fórmula. Al asumir su cargo, el 12 de octubre, Sáenz
Peña aseguró: “Yo me obligo ante vosotros, ante los ciudadanos y ante los
partidos, a provocar el ejercicio del voto por los medios que me acuerda la
Constitución. No basta garantizar el sufragio, necesitamos crear y mover al
sufragante”.
La ley electoral
Cumpliría su promesa. En 1911 logró la sanción de las leyes de enrolamiento
militar y padrón electoral. Y en 1912 propuso las que establecían el padrón
militar como registro cívico; el voto secreto y obligatorio; la
descentralización de los comicios y el sistema de lista incompleta. En los
debates que esta última suscitó en el Congreso, brilló la eficaz y sólida
intervención del doctor Julio López Mañán, diputado nacional por Tucumán.
La reforma, promulgada en febrero de 1912, quedó en la historia como la “Ley
Sáenz Peña”.
Nos interesa subrayar la vinculación que el doctor Sáenz Peña tuvo con un
tucumano en particular y con Tucumán en general. En primer lugar, admiraba nuestra
provincia. En el álbum de la Biblioteca Alberdi, asentó una síntesis.
“En la historia argentina, la gloria de Tucumán culmina en cada período. En la
Revolución y en la Independencia, es la Batalla del 24 de setiembre y el
Congreso de 1816. Bajo la tiranía, es la firmeza de la resistencia y el
martirio de Avellaneda. Cuando la República toma sus formas iniciales, las
‘Bases’ son la piedra angular del régimen”, escribió.
En la casa de Paz
Un paso previo y clave para la ley electoral de 1912, fueron las conversaciones
secretas mantenidas entre Sáenz Peña e Hipólito Yrigoyen, líder de la Unión
Cívica Radical, la fuerza opositora que conspiraba y se abstenía de concurrir a
elecciones.
El mediador del encuentro fue el diputado nacional por Tucumán, doctor Manuel
Paz, en cuya casa de Buenos Aires se desarrollaron las entrevistas. Un testigo,
Ramón J. Cárcano, narraría en detalle todo esto, en el libro “Mis primeros
ochenta años”.
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