Sin duda el Nobel no era la meta de Bernardo H. Houssay,
nacido el 10 de abril de 1887 cuando egresó como bachiller con las mejores
calificaciones a los 13 años de edad, después de haber pasado, en solo cinco
meses, el tercer grado a primer año. Su ingreso a la carrera de Farmacia a los
14 años no extrañó tanto como la facilidad con que aprendía y con que expresaba
lo que había aprendido. Farmacéutico a los 17 años, inició sus estudios de
Medicina trabajando simultáneamente como técnico de farmacia en el Hospital
Francés y poco después en la Farmacia del Hospital de Clínicas. Su actividad
laboral y dieciocho meses de servicio militar demoraron sin duda sus estudios,
desarrollados en siete años, pero tampoco en la Facultad de Medicina pasó
desapercibido.
Sus
compañeros recuerdan que “los exámenes que rendía Houssay eran tan brillantes
que concitaban nuestra curiosidad y no olvido cómo entre nosotros se decía
“mañana da examen el francés” , que así lo llamábamos aludiendo al origen de
sus padres, y allí nos reuníamos un buen grupo de condiscípulos para presenciar
su prueba” Su fama se extendía rápidamente en el reducido mundillo científico
de la primera década del siglo. En 1908 ingresó por concurso como ayudante de
trabajos prácticos en la cátedra de Fisiología, donde tenía a su cargo la
publicación de las clases dictadas por su titular, el doctor Piñero. Apenas
recibido de médico, en 1911, fue nombrado profesor de Fisiología de la
Facultad de Veterinaria, donde instaló un rudimentario laboratorio en un enorme
galpón, sin luz eléctrica y calentado a brasero y superposición de ropas de
abrigo.
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