domingo, 25 de enero de 2015

CARLOS ENRIQUE JOSÉ PELLEGRINI – Parte 6



No obstante la dilación de los hechos que demoraban la salida de los revolucionarios, hubo enfrentamientos sangrientos en los que se contaban más de mil bajas entre los caídos de ambos lados. Alem presionó para que se avanzara sobre los lugares estratégicos de la ciudad y Campos se vio en figurillas para argumentar la inacción, hasta que al final le dice a la junta revolucionaria que no hay suficientes municiones. Esto fue un golpe mortal para la revolución.
A todo esto, Pellegrini que había sido designado jefe de la represión trató con evasivas detener la respuesta bélica con el fin de ahorrar vidas humanas. El jefe de policía, coronel Capdevila, leal al gobierno, decidió irse a su casa a ponerse el uniforme de gala.
Dice Félix Luna que Roca, también, trataba de frenar a Levalle y a Capdevila, su intención de atacar el cuartel central de los sediciosos. Mandó efectuar un cerco en la plaza Lavalle a lo largo de la quinta de los Miró Dorrego y la plaza Libertad. En realidad, lo que Roca quería era regular las acciones para que los revolucionarios se desmoronaran anímicamente. El día fue pasando entre escaramuzas hasta que llegó la noche del 26 al 27 con una gran confusión entre los revolucionarios, cuya consecuencia fue que el lunes 28 éstos solicitaron un armisticio encargando de tal gestión al doctor Aristóbulo Del Valle.
En el acuerdo se estableció que no habría juicios para los sediciosos, los militares volverían a sus cuarteles y los civiles a sus casas. Las armas quedarían en el Parque.
Queda grabado como fiel reflejo de la ausencia de los principios sustentados en la Constitución, el discurso del senador cordobés Manuel Pizarro cuando dice: “... La revolución, señor presidente, está vencida, pero el gobierno está muerto...”, y a continuación pide la renuncia en masa del presidente, vicepresidente, de los ministros y del presidente del Senado. Algunos autores califican de una valiente alocución. Nosotros, por el contrario, creemos que no fue un discurso republicano. O sea que la pretensión del senador era decretar la caducidad del gobierno constitucional sin tomar en cuenta el ejercicio de las instancias constitucionales para resolver la crisis.
Felizmente Juárez Celman se encuentra vencido por la política del vacío de su propio partido, y el 6 de agosto de 1890 firmó la renuncia y, al día siguiente, el vicepresidente, Carlos Enrique José Pellegrini asume la presidencia de la Nación, o sea que el campanillero del Senado era ya presidente que luego se lo denominaría piloto de tormentas.


Pellegrini se había preparado para ser presidente de la República, pero nunca pensó que las circunstancias en que le tocaría en suerte actuar sería un período plagado de complicaciones económicas y políticas. Para colmo, el tan proclamado patriotismo de la oposición, salvo contadas excepciones, como la de Aristóbulo Del Valle, como se verá, no se haría presente a la convocatoria del nuevo presidente, y más aún, trató de complicarle la gestión.
Los principales actos de gobierno del nuevo presidente fueron: levantar la censura que pesaba sobre la prensa, aceptó la dimisión de los principales funcionarios de la administración y levantó el estado de sitio. Formó su gabinete con Julio A. Roca como Ministro del Interior, Eduardo Costa como Ministro de Relaciones Exteriores y Vicente Fidel López en Hacienda; José María Gutiérrez en Justicia, Culto e Instrucción Pública y con el general Nicolás Levalle en el Ministerio de Guerra y Marina.
La situación económica era preocupante con la continua suba del oro, los bancos habían paralizado sus operaciones, produciéndose una recesión galopante que ponía a las entidades financieras en recesión de pagos al borde del colapso.
Se lanzó un empréstito nacional que fue suscrito por la banca bonaerense y por los hombres de comercio. López envió a las cámaras varias leyes impositivas con el propósito de mejorar la recaudación fiscal y Victorino de la Plaza, fue convocado para negociar la deuda.
Estas tres medidas económicas fueron acogidas con resultados positivos: el empréstito se colocó bien, las leyes impositivas se aprobaron y Victorino de la Plaza, después de soportar la negativa de la banca londinense, que incluso se decía que presionaba sobre el Foreing Office para cobrar compulsivamente la deuda y que los diplomáticos ingleses vetaron inmediatamente, logró que la banca Rothschild aceptara una moratoria antes que el cese del pago por parte del gobierno argentino. Y una cuarta medida completó el plan de emergencia para sobrellevar la crisis. Pellegrini sacó el proyecto que presentara con Aristóbulo Del Valle en 1881, cuando era senador nacional por la provincia de Buenos Aires, de creación del Banco de la República. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario