El
12 de agosto don Luis, sorpresivamente, reasumió el poder con energía,
designando los interventores y aceptando la renuncia de Del Valle y de su equipo.
Pero si bien es cierto que la provincia de Buenos Aires estaba controlada, en
el resto del país había focos revolucionarios, algunos importantes como los de
Rosario. Al día siguiente asumió como ministro del Interior el doctor Manuel
Quintana y luego de estallar movimientos en distintas provincias, Julio Roca
fue designado general en jefe de las fuerzas en campaña.
Con la detención de Leandro Alem en Rosario, y la acción de Bosch acompañado
por Pellegrini que se dirigieron a Tucumán y avanzaron sobre Rosario junto con
las fuerzas comandadas por Vintter, Arredondo y Bernal, el movimiento
revolucionario terminó.
Pellegrini y Alem habían hecho la Carrera de Derecho juntos y los unía una
cierta amistad que se enfrió luego de los movimientos cívico-militar de los
radicales. En setiembre de 1894 Alem publicó una declaración que le llegaba muy
de cerca a Carlos Pellegrini. Este decidió contestarle ácidamente y Alem quedó
sin respuesta. A partir de ese momento, la amistad se terminó definitivamente.
En 1895, luego de la renuncia de Sáenz Peña, y de la asunción de José Evaristo
Uriburu, se restableció el predominio de Roca y Pellegrini en el PAN. Cuando
Pellegrini dejó de ser presidente de la Nación, dando un ejemplo de su temple
empresario y que acredita su austeridad republicana, se asoció a la casa de
remate de los señores Funes y Lagos, al mismo tiempo que asumía como presidente
del Banco Hipotecario Nacional. En ese mismo año es elegido nuevamente senador
nacional por la provincia de Buenos Aires.
Cuando comenzó a barajarse los nombres que sucederían a José Evaristo Uriburu
una convención eligió casi por unanimidad a Roca, acompañado por Norberto
Quirno Costa. Pellegrini que había presidido la convención pretendió que fuera
Vicente Casares el segundo término, quien había sido el primer presidente del
Banco Nación, pero Roca se había inclinado por Quirno Costa, siguiendo la misma
especulación que cuando eligió a Madero. Pellegrini se sintió disgustado, pero
fue un enojo pasajero, y accedió a pronunciar una conferencia en el teatro
Odeón promoviendo la candidatura del general Roca. Félix Luna dice que
Pellegrini, en su alocución, hizo la historia del Partido Nacional, como un
instrumento de unidad de la Nación al haberse formado con el autonomismo
porteño de Alsina y las fuerzas vigentes del interior; además dijo que Roca fue
quien conquistó el desierto.
La multifacética personalidad de Carlos Pellegrini lo llevaría a fundar en 1899
el diario “El País”, inclinación que ya se había hecho presente siendo joven
como redactor de “La Prensa” y fundar en 1884 el diario “Sud América”, como ya
hemos visto.
Roca había insistido antes en que la deuda pública debía ser unificada ya que
había más de treinta empréstitos con tasas de intereses diferentes. En el nuevo
proyecto trabajaron Berduc, ex ministro, y el banquero Tornquist –según dice
Félix Luna–, pidiéndole a Pellegrini que conversara con la banca londinense
respecto a la factibilidad del proyecto. El plan consistía en unificar toda la
deuda en un solo bono con una tasa del 4% de interés más 0.50 % de
amortización, lo cual implicaba un gran ahorro teniendo en cuenta que había
bonos que pagaban hasta un 7 %. Pero lo que más afectaba al decoro nacional era
una cláusula por la cual el Estado argentino se comprometía a depositar en el
Banco de la Nación el 8 % de las entradas de la aduana a la orden de los
acreedores. Esto se interpretaba, con razón, dar participación a la banca
extranjera a que interviniera en los asuntos internos de las cuentas públicas.
Pellegrini se había jugado por el proyecto en su gestión personal ante la banca
extranjera, desde el diario “El País” y desde su puesto de senador.
La efervescencia popular iba in crescendo en repudio a la consolidación y los
actos insurreccionales se multiplicaban atacando los talleres del diario “El
País”, también fueron contra la casa de Pellegrini. La represión no se hizo
esperar por parte del presidente, y acertado o equivocado en el proyecto, el
gobierno debía mantener el orden.
Mitre había dicho: “Cuando todo el mundo se equivoca, todo el mundo tiene
razón”. El presidente Roca se vio muy influenciado por esta posición de don
Bartolo, pero lo que no consideró, que la decisión que tomaría debería haberla
consensuado con Pellegrini, sobre todo teniendo en cuenta la consecuencia que
había demostrado éste en defensa de la consolidación, e hizo saber al Senado,
el 8 de julio, que el Poder Ejecutivo desistía del proyecto de consolidación de
la deuda.
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