El
Consulado debía velar sobre “las operaciones de maestros y maestras”,
comisionando a tal efecto a dos consiliarios. Otro punto de importancia era el
de la distribución de los establecimientos. Belgrano manifestaba lo siguiente;
“Estas escuelas debían ponerse con distinción de barrios, y debían promoverse
en todas las ciudades, villas y lugares que están sujetas a nuestra
jurisdicción, comisionando para ello a los diputados, y pidiendo auxilio al
excelentísimo señor virrey, a fin de que comunicase sus órdenes para que todos
los gobernadores y demás jefes cooperasen a estos establecimientos tan útiles”.
Al estudiar estos proyectos que Belgrano presentara en 1796, al igual que los
conceptos que sobre educación expusiera en el Correo de Comercio en 1810,
Antonino Salvadores considera a Belgrano como “el verdadero propulsor de la
educación, el verdadero padre de la escuela primaria argentina, pues él dio a
la revolución la fórmula concreta de política educacional un cuarto de siglo
antes de que Rivadavia iniciase las fundaciones que le han dado justo
renombre’’.
Sus
ideales tomaron los principios de la Ilustración Española, y siendo Belgrano
profundamente católico promovía el estudio del catecismo en las escuelas.
Belgrano también se ocupaba de la educación de las niñas; proponía la creación
de escuelas gratuitas para niñas, en donde se les enseñaría a leer, escribir,
bordar, coser, etc., para combatir en ellas la ociosidad, y hacerlas útiles en
su hogar, y permitirles ganarse la vida en forma decorosa y provechosa. Para
dar ocupación a las gentes pobres y especialmente a los niñas, Belgrano
señalaba la utilidad de escuelas de hilar lanas. Recordemos que hilanderas y
tejedoras eran oficios considerados “mujeriles”. La prédica de Belgrano a favor
de la difusión de la instrucción y educación pública como esencial para el
fomento de la industria y riqueza, nos recuerda los discursos de Campomanes.
Belgrano
también se ocupó del fomento del comercio y para difundir los nuevos principios
y prácticas en la materia, proponía la creación de una Escuela de comercio.
Comprendía una serie de materias que puede llamarse el ciclo matemático a
saber: aritmética, llevar la cuenta y tener los libros y el cálculo y regla de
cambio. El ciclo jurídico comprendía; reglas de la navegación mercantil, los
seguros, modo de establecer la correspondencia mercantil, las leyes y
costumbres usadas entre negociantes, etc.
Por
último señala las dos asignaturas esenciales del ciclo que podría llamarse
económico; “los principios generales de la geografía y las producciones de que
abundan o escasean los países”. Los orígenes de las Facultades de Agronomía y
de Ciencias Económicas se encuentran en los planes de estudios que proyectara
Manuel Belgrano.
Asimismo
fomenta la enseñanza técnica, enemiga del verbalismo y la rutina. Belgrano para
mejorar el desarrollo del comercio, proponía una compañía de seguros tanto para
el comercio marítimo como para el terrestre, la necesidad de cuidar de caminos,
muelles, y la erección de una Escuela de Náutica, “sin cuyos principios nadie
pudiese ser patrón de lancha en este río. La utilidad y ventaja que
proporcionará este establecimiento, aún para los que no quieren seguir la
carrera de navegación, no será bien ponderada jamás, ni yo puedo hacerla ver
más claramente que llamando la atención de V.V.S.S. a los progresos que han
hecho los jóvenes en las innumerables escuelas que de estos principios tiene”.
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