La política de Yrigoyen
no introdujo novedades sustanciales en la economía argentina, ligada entonces
al mercado mundial a través de la exportación de alimentos -sustancialmente
cereales y carnes- y la importación de productos manufacturados. Sus
preocupaciones eran esencialmente político-institucionales, y por lo demás casi
nadie consideraba importante realizar cambios en un modelo económico que había
consagrado al país como "granero del mundo".
La Primera Guerra
Mundial (1914-1918) favoreció en principio las exportaciones argentinas a los
países beligerantes y activó la producción de manufacturas para reemplazar las
importaciones que a causa de la guerra no llegaban regularmente al país. Pero
al finalizar el conflicto se vio resentido lo que constituía el
"motor" de la economía argentina, al desacelerarse el ritmo de su
comercio exterior, lo que puso al gobierno radical ante situaciones de difícil
resolución. Yrigoyen no pudo más que seguir una política relativamente
restrictiva del gasto público, situación nada fácil por el hecho de que su
partido, representante de las clases medias de origen inmigratorio en ascenso,
recibía fuertes presiones para premiar fidelidades políticas con cargos y
empleos en el aparato del Estado.
Por otra parte, la
conflictividad social del momento dio lugar a importantes protestas obreras,
conducidas en general por dirigentes anarquistas. La más significativa es la
que se produjo en enero de 1919 en la ciudad de Buenos Aires y que se conoce
con el nombre de "Semana Trágica". Durante esos días la ciudad fue
escenario de tiroteos entre obreros y policías, y por primera vez el ejército
tomó parte en la represión. Hubo gran cantidad de víctimas e incluso se
organizaron pogroms contra los inmigrantes judíos, acusados de llevar a la
Argentina el comunismo que recientemente había tomado el poder en Rusia. Otros
hechos de gravedad se produjeron durante las huelgas en la Patagonia en 1921,
donde la protesta anarquista fue aplastada por el ejército con notable
ferocidad.
En cuanto a la política
exterior, el gobierno radical se mantuvo en todo momento neutral, a pesar de
que se produjeron algunos incidentes con el gobierno imperial alemán (en 1917
un barco mercante argentino fue hundido por un submarino alemán y el embajador
del imperio fue expulsado del país acusado de transmitir mensajes agraviantes
para el país) y que el gobierno entabló negociaciones muy ventajosas con los
aliados para la venta de productos argentinos. Una delegación argentina presidida
por el ministro de relaciones exteriores Honorio Pueyrredón y en la que
participaba además el ministro plenipotenciario argentino en Francia Dr.
Marcelo T. de Alvear, tomó parte en las sesiones de la Liga de las Naciones
inauguradas en 1920. En ellas propusieron ciertas enmiendas al Pacto de la Liga
que tendían a limitar su alcance político, lo que suscitó desacuerdos y
determinó el retiro de la delegación argentina.
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