"La Revolución de Mayo fue hecha por Buenos Aires y
para Buenos Aires, sin las provincias y contra las provincias. [...]
La Revolución de Mayo ha creado el Estado metrópoli, Buenos
Aires, y el país vasallo. El uno goza del tesoro, el otro lo produce."
Juan Bautista Alberdi Escritos Póstumos, tomo V
Cuando la noticia de los acontecimientos de mayo de 1810
llegó a Córdoba, el gobernador Juan Gutiérrez de la Concha resolvió convocar en
su casa a una reunión de notables para decidir la actitud a adoptar. Si bien
existían versiones de una posible conspiración en la capital del virreinato, la
novedad causó sorpresa y asombro. El cabildo porteño, una institución de
alcance meramente municipal, había depuesto al virrey y designado por sí nuevas
autoridades, sin tan siquiera consultar a las demás ciudades.
Con la única excepción del deán de la Catedral, doctor
Gregorio Funes, todos los asistentes a la reunión se manifestaron en favor del
rechazo de las nuevas autoridades y de la restitución del virrey. Los
argumentos del deán para defender a los revolucionarios no pudieron ser más endebles,
por antijurídicos. "No son las leyes -dijo entonces- ni los derechos los
que deben salvar esta república, sino las fuerzas reales". Una apelación
al derecho de la fuerza. Un año más tarde advertiría el célebre deán su error,
cuando las autoridades porteñas lo destituyeron y encarcelaron.
Advertido del envío de un ejército desde Buenos Aires, el
cabildo cordobés escribió a la Junta encareciéndole "se sirva suspender
absolutamente su expedición porque su venida, como no necesaria, produciría el
desorden y conmoción popular en gravísimo perjuicio del público sosiego".
La Junta respondió con prepotencia, "previniendo que no
se alegue ignorancia si se insiste en no reconocerle", y ordenando
suspender al gobernador en su cargo. El cuerpo rechazó tal imposición "por
ser contraria a la de este gobierno", y decidió aceptar la propuesta del
virrey del Perú de reincorporarse a dicho virreinato, al que había pertenecido
por espacio de 237 años, "en atención a que en la capital de Buenos Aires
no existe legítimo representante de la autoridad del Excmo. Señor Virrey".
Gutiérrez de la Concha y Liniers organizaron la resistencia,
con la colaboración del ex gobernador Victorino Rodríguez; del comandante de
armas, coronel Santiago Alejo de Allende; del tesorero de la Real Hacienda,
Joaquín Moreno y del obispo Rodrigo Antonio de Orellana. El 31 de julio, ante
la inminente llegada de 1.150 hombres al mando del coronel riojano Francisco
Antonio Ortiz de Ocampo e impedidos de enfrentarlos, huyeron hacia el norte
para unirse a las fuerzas que el mariscal Nieto preparaba en el Alto Perú.
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