El Dr. Juan José Dardo Rocha y Arana, nombre así inscripto
en la Parroquia de San Nicolás de Bari, el querido Fundador de la Plata,
Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Abuelo de la República, por haber
sellado la Unidad Nacional y candidato a ser presidente de la Nación por el
período 1886-1892, nació en la ciudad de Buenos Aires en Primavera (septiembre)
del año 1838.
De bondadoso rostro, parecido al del Sabio Luis Pasteur
(descubridor de la vacuna antirrábica) y de Papá Noel, ¡Qué cariño y respeto
despertaba entre la gente que espontáneamente se le acercaba en sus visitas a
la ciudad!. A la que llamó "LA NUEVA BUENOS AIRES" y que por ser un
cuidadoso coleccionista, guardaba el primer boleto de tren hacia "su
ciudad".
De porte inconfundible, mostró esmero en su aseo personal,
habitual expresión paternal en la mirada y delicadeza en sus modales. Enseñó a
hombres, jóvenes y viejos una lección de vida real, viviendo él la suya con la
alegría interior del optimismo que acompañó la realización de sus proyectos, la
materialización de sus sueños, la lucha implacable del "porteñismo",
al que no le interesaba un ápice de La Plata y en toda su acción de literato,
periodista, militar, jurisconsulto, gobernante, diplomático y sobre todo, Padre
de familia.
Estudió con brillo en los claustros del Convento de San
Francisco (donde funcionaba la Universidad) y empujado por su acendrado
patriotismo suspendió momentáneamente sus cursos de derecho para combatir en
las batallas que ocurrieron en los campos bonaerenses entre porteños y
provincianos, los que prepararon en definitiva la Organización Nacional.
En estos momentos, batalló por su propia vida, manteniéndose
a sí mismo y le fue posible revelarse como resuelto hombre de acción, ya que
por ésta época el militar era un improvisado. Como abogado apareció en la
escena pública desempeñándose como Oficial Mayor y luego como Subsecretario del
Ministerio del Interior. Por su eficacia, rectitud y con la adhesión de sus
amigos políticos, ocupó una banca en la legislatura porteña. Diputado entonces,
estuvo rodeado de ciudadanos de mérito, quienes descubrieron en su ilustración
y mesura al estadista maduro que años mas tarde se probó en las graves
funciones del gobierno. Actuando con eficacia y rivalizando con otros políticos
de su tiempo (dado a su versación polifacética en las cuestiones de gobierno y
su innato patriotismo), alentado por su fe en los ideales políticos y la
grandeza del país, fue un contrincante de fuste de la alta oratoria política,
con palabra elocuente y lleno de sensatez en los debates parlamentarios donde
los sagrados intereses nacionales estaban por encima de todas las contingencias
personales o partidarias.
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