domingo, 13 de enero de 2013

El frustrado proyecto de los edificios mellizos

Te voy a decir la verdad, yo era de los que pensaba que había que demolerlo. Pero, hay que rendirse ante las evidencias, ahora que le dibujaron la cara de Evita de los dos lados, habrá que acostumbrarse a verlo siempre ahí, en la mitad de la 9 de Julio. Todavía me preocupa porque cada vez que lo veo pienso que habría que correrlo. Pero el otro día descubrí la solución: encontré un dibujo original del arquitecto que lo diseñó y entendí que hay que construir uno igual enfrente. Porque te voy a decir una cosa, el edificio del Ministerio de Obras Públicas (MOP, hoy Ministerio de Salud) no es feo, lo que pasa es que molesta en medio de la avenida y es como que no tienen nada que ver con nada. El arquitecto Belgrano Alberto Blanco, su creador, lo entendió enseguida… Sí, sí, se llamaba Belgrano. No se por qué, por ahí el papá era fanático del creador de la Bandera. Me lo dijo la hija hace más de 15 años, cuando Menem quería tirar abajo el edificio y Eloísa recorría las redacciones de los diarios mostrando el dibujo del padre.

Esperá que te cuento… El asunto es que Blanco diseñó el edificio en 1933 y lo construyó en tiempo récord: la estructura de hormigón se hizo en 138 días hábiles de trabajo. Como ya existía el proyecto de la 9 de Julio, Blanco le hizo una entrada descomunal sobre lo que iba a ser la avenida. Fijate que el MOP es el único edificio que tiene número sobre la 9 de Julio, lleva el 1925.

Era una época increíble, había una fiebre constructora imparable. Los nuevos edificios, privados y públicos, adscribían al Racionalismo, un movimiento europeo que abogaba por las formas simples y la desaparición de los ornamentos. Pero se construían con una calidad única. El mismo MOP es un ejemplo. Yo trabajé ahí hace años y te puedo asegurar que está hecho con materiales y terminaciones que ya no se ven.
Ojo, todo era así, no sólo las obras del Estado. El Kavanagh, por ejemplo, fue inaugurado en 1936 y fue el primer edificio con aire acondicionado. Además, con sus 120 metros de altura llegó a ser el de hormigón armado más alto de Sudamérica. Pero antes, en 1934, el Comega, en Alem y Corrientes, se convirtió en el primero de la Argentina construido en hormigón. En ese tiempo, competía con el Edificio SAFICO, también racionalista, que se construía a 2 cuadras de allí, sobre la avenida Corrientes. Claro que el Kavanagh les pasó el trapo a los dos.
Aunque no lo creas, en los 30 Buenos Aires asistía a una carrera por llegar lo más alto posible. Inclusive el MOP, que tiene 22 pisos (93 metros de altura) fue todo un prodigio. Y con la antena que le pusieron en los 50 elevó un tercio su altura, claro que para entonces, la 9 de Julio había tomado forma y el edificio molestaba.
Retomando, al mismo tiempo que Blanco levantaba el MOP, la avenida, lentamente, avanzaba. En 1936 se inauguró el Obelisco en el lugar en el que se iban a cruzar la 9 de Julio y Corrientes. En abril del año siguiente comenzaron las demoliciones y el 12 de octubre, el presidente Agustín P. Justo inauguró la 9 de Julio con cinco cuadras de largo. Recién 10 años después la traza llegó al MOP.

El problema fue que la avenida nació con 33 metros de ancho y pasaba por el medio de las manzanas, como Avenida de Mayo. Muchos soñaban con construir grandes edificios públicos a los costados. De hecho, el MOP es el único que se concretó por la velocidad de Blanco en desarrollar el proyecto y programar las obras, calculando el ancho original. Pero, apenas comenzada la demolición para la 9 de Julio, el proyecto de la avenida cambió y el ingeniero Carlos della Paolera impuso su idea de un gran parque lineal con el ancho de toda una manzana. Ahí nació el mito de la avenida más ancha del mundo (140 metros) y el MOP quedó descolocadísimo. Rápido de reflejos, como el Ministerio ya le había encargado otro edificio, Blanco propuso un edificio mellizo, que armonizara con el recién estrenado. Pero no le dieron bolilla, era tiempo de demoliciones, no de construcción.

Ahora fijate qué genial sería tener un edificio gemelo del otro lado: se podría dibujar la cara de Perón, el edificio ya no tendría que ser un gigante de oficinas, podría ser un centro cultural en vertical, una especie de Tecnópolis en propiedad horizontal. Sí, ya sé lo de los autos, pero el tránsito es como el aire, cuanto más espacio tiene, más espacio ocupa, se expande. Ahora fijate en el dibujo del arquitecto Blanco ¿No quedaría bien?

* Editor Adjunto Arq - 12/08/2011 

POR MIGUEL JURADO * mjurado@clarin.com

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