En 1902 apareció su segundo libro: "Crónicas del boulevard", prologado por Rubén Darío, son relatos que había publicado en el último tiempo, mezclando temas frívolos con sus ideas sociales de avanzada.
Su tercer libro "Cuentos de la pampa", es su primer trabajo dedicado a la realidad argentina, que hasta el momento casi había estado ausente de su obra, el libro es una descripción de lugares y personas que habían quedado grabadas en los recuerdos de su país, del que estaba alejado físicamente.
El Partido Socialista de la Argentina tenía un gran componente inmigratorio, conformado por obreros e intelectuales que debieron emigrar de sus respectivos países, esta agrupación política bajo la dirección de Juan B. Justo nunca llegó a comprender la realidad nacional, a la cuál terminó despreciando o colocándose irremediablemente en contra de las masas populares.
Cualquier intento de incluir en el Partido ideas nacionales era fuertemente rechazado y concluía con la expulsión o el retiro de los herejes, en 1900 se retiraron Leopoldo Lugones y José Ingenieros, en 1913 Manuel Ugarte y en 1915 Alfredo Palacios, aunque este último retornó más adelante.
Ugarte regresó a su país en agosto de 1903 y se vinculó de inmediato al Partido Socialista, en particular con José Ingenieros y Alfredo Palacios. Estos jóvenes junto a Leopoldo Lugones conformaban un ala dentro del partido que se destacaba por su carácter combativo que contrastaba con el conservadorismo característico de Juan B. Justo y que tiñó al partido a lo largo de muchos años.
Al ingresar al Partido Socialista su militancia le absorbió gran parte de su tiempo, se dedicó con alma y vida a la difusión de su ideario, participa de actos y conferencias, intercambia opiniones con sus correligionarios. Pero la literatura también continuó siendo parte importante de su vida, colaboró con uno de los mejores novelistas del país, Manuel Gálvez del que fue un gran amigo.
Manuel Ugarte fue uno de los sostenedores de la candidatura a diputado de Alfredo Palacios, convertido en 1904 en el primer diputado socialista de América.
En marzo de 1904, Ugarte retornó a Europa, había sido designado por el partido como delegado al Congreso de la Internacional Socialista de Amsterdam.
A todo esto dos nuevos trabajos literarios conocieron la luz, "Novela de las horas y los días" y "Visiones de España".
En el Congreso Socialista de Amsterdam, una de las discusiones se centró en si los socialistas debían colaborar con los gobiernos burgueses, otro tema más importante fue la posición del socialismo ante el colonialismo, Ugarte pudo comprobar como un delegado, el holandés, defendía al colonialismo, no obstante, la declaración final del Congreso repudió al imperialismo y al colonialismo. La prensa oligárquica de la Argentina criticó a Ugarte porque "... ha presentado a la Argentina como país atrasado en el cual la vida del trabajador es penosa por falta de libertad y protección del estado. La actitud de Ugarte no puede ser más antipatriótica"
Al regresar a París aparecía un nuevo libro, esta vez titulado "Mujeres de París", mientras tanto, seguía publicando notas en diversos periódicos.
Desde Buenos Aires le llegó en 1906, una propuesta para presentarse como candidato a diputado del Socialismo, pero Ugarte no aceptó la postulación, señalando que por haber nacido en una familia burguesa debía servir a la clase obrera en calidad de soldado y no como jefe, si bien aceptaba la inclusión de algunos intelectuales entre los candidatos, propugnaba que sean los propios obreros quienes ocuparan las listas del socialismo.
Su próximo trabajo fue el libro "El arte y la democracia" , una recopilación de artículos perodísticos. Poco tiempo después editó "Una tarde de Otoño, sinfonía sentimental", obra intimista, alejada del fragor de la lucha política.
Ugarte publica en 1906 una antología de autores latinoamericanos que tuvo el nombre de "La joven literatura hispanoamericana". La intención era hacer conocer a Europa a los escritores americanos, así incluyó trabajos de Rubén Darío, Ricardo Rojas, Alfredo Palacios, Leopoldo Lugones, Rufino Blanco Fombona, José Enrique Rodó y varios más.
A continuación fue la hora de "Enfermedades sociales" donde criticaba al racismo, la burocracia, el individualismo, la superstición, y otros males sociales de acuerdo la visión de Manuel Ugarte.
A medida que ahondaba su compromiso social y nacional, encontraba puertas cerradas, el diario La Nación se negaba a publicar su artículo titulado "Las razones del arte social", donde abogaba por el compromiso del artista, alegando que aquellos que querían mantener el arte puro, también asumían una definición política.
En 1907, Ugarte participó de otro Congreso de la Internacional Socialista, esta vez en Stuttgart, que contó con la presencia de Lenín, Rosa Luxembugo, Jean Jaurés, Kautsky, Plejánov, entre otros.
El Congreso tiene dos importantes temas a tratar, la posición ante una posible guerra mundial y la actitud ante el colonialismo.
En ambos temas se vislumbró la decadencia de la socialdemocracia europea, que asumiendo posiciones nacionalistas de sus respectivos países imperialistas, dejó de ser consecuente con el antiimperialismo y el anticolonialismo. Van Kol, un holandés, llegó a afirmar: "En circunstancias determinadas, al política colonial puede ser obra de civilización". Pero no es el único, cada vez los socialistas eran más parecidos a los burgueses de sus respectivos países.
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