miércoles, 21 de diciembre de 2011

Argentina, diciembre 2001: el pueblo puso fin a un modelo económico y a un sistema político - parte 1


En el texto se hace una revisión de lo ocurrido en Argentina durante los últimos doce días de 2001. No solamente el pueblo volteó a un gobierno que traicionó su discurso electoral, sino que también le dijo ¡basta! a un modelo económico perverso que condujo al hambre y la miseria a millones de habitantes. A lo cual debe añadirse el hastío de la población respecto a un sistema político cómplice del modelo económico. El ruido de las cacerolas y el fervor popular en su lucha contra la corrupción de los políticos profesionales han podido más que las armas de la represión.


INTRODUCCION:

20 de Diciembre 2001. 27 muertos. 740 días de gobierno de Fernando De la Rúa (1). Las mencionadas son tres cifras a tener en cuenta en el proceso político que signó el tiempo de gobierno del mandatario; de ellos menos de un año gobernó con la Alianza construída trás muchos ajetreos entre su Partido -la Unión Cívica Radical- y el Frepaso.

Para 1999, la Alianza en cuestión representó un hálito de esperanza para la población argentina agobiada por dos años de recesión económica producto de "la fiesta menemista" y hastiada del exhibicionismo de aquella. El discurso de los dirigentes de la Alianza trajo consigo una confianza inusitada en que la situación política, económica y social cambiaría en el sentido de bajar los altos índices de desocupación y de indignidad que vivía buena parte de la población argentina, que eran los sectores menos privilegiados de ella. Curiosamente, no fueron estos los que apoyaron a la Alianza, ya que han sido tradicionalmente un voto cautivo del peronismo, sino que quienes se hicieron eco de las demandas de los excluidos y marginados fueron los estratos medios, es decir, profesionales, empleados, comerciantes, pequeños industriales, etc; en fin, los sectores definidos como pequeño burgueses.
Lo cual no quiere significar que algunos estratos de obreros y excluidos no se ubicaran también detrás de la propuesta de la Alianza, ya que comenzaron a tomar conciencia de la afligente situación por la cual transitaban por entonces, lo cual no significa que hubieran llegado a superar el estado de la falsa conciencia (Marx, 1847) en el que fueron sumidos durante medio siglo por la consigna populista del peronismo, sino que simplemente deseaban salir del abismo en que habían se habían hundido.

Vale decir, el voto por la Alianza en 1999 fue de esperanza y de confianza, más que un acto racional en que se superaba la dicotomía que desde 1946 han ofrecido las dos ofertas partidocráticas en sus discursos que, en general, no se diferencian entre sí en cuanto ellos representan -con estilos políticos diferentes- los intereses del capitalismo transnacional.
Sin embargo, en la propuesta de la Alianza había un fuerte compromiso a luchar contra la corrupción, fenómeno enquistado en todos los niveles de la sociedad argentina cual una plaga; sostener una batalla ininterrumpida por la reducción del gasto público, que es una de las causas básicas del déficit presupuestario que venimos arrastrando desde antaño y la promoción de empleos auténticos y no de mero clientelismo político.

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