lunes, 13 de septiembre de 2010

Biblioteca Nacional – parte 3

Se comprende que para historiadores, preocupados de temas de mayor envergadura, la cuestión carezca de interés. Mas para los que trabajan en la Biblioteca Nacional, no es cosa tan baladí esto de seguir repitiendo un lugar común tan fofo.

La más completa historia de la Biblioteca Nacional que conozcamos, la ha escrito, con sustanciosa y elegante brevedad, el que durante 44 años (1885-1929) fue su Director, Paul Groussac, en el magistral “Prefacio del Catálogo Metódico”, publicado en 1893.

Por ser la primera y a pesar del cuidado con que acopió sus materiales y de la limpieza de su redacción, no podían dejar de filtrársele algunos errores.

Allí, en ese Prefacio, se ha autorizado y difundido el mencionado error. Se lee allí lo siguiente: “A los pocos días de decretarse la fundación de la Biblioteca, afluyeron de todas partes las dádivas en libros y en dinero, que formaron la base primitiva de la Institución. El Cabildo eclesiástico hizo entrega de los libros donados por el Obispo Azamor… El Colegio de San Carlos incorporó toda su librería, y su rector, don José Luis Chorroarín, le agregó la suya particular. Igual desprendimiento mostraron don Manuel Belgrano, la señora de Labardén, el doctor Agüero, el protomédico Miguel O’Gorman y algunos otros. Arrastrada por el entusiasmo irresistible de Moreno, la población urbana, sin distinción de nacionalidad, tomó a honra responder al alto llamado. Contribuían los ricos con centenares de pesos, los pobres con su óbolo más meritorio aún… Hasta el venerable Registro de Donaciones, que se empleó hasta 1875, es regalo del Vocal de la Junta, don Juan de Larrea”. (2)

Estas líneas nos despertaron una doble curiosidad:

1º) ¿Cuándo y dónde había hecho Moreno ese “alto llamado”, a favor de la Biblioteca?

2º) ¿Cómo habían respondido él y su hermano Manuel a ese llamado tan irresistible que arrastró “a la población urbana sin distinción de nacionalidad”?

Era fácil saberlo, pues por fortuna se conserva el precioso Registro de Donaciones, iniciado en el mismo año de 1810.

Sobre la primera cuestión, no hemos hallado, ni creemos que exista nada que pueda denominarse “llamado de Mariano Moreno”, o sea una invitación suya entusiasta e irresistible al pueblo de Buenos Aires para contribuir con donativos a formar la Biblioteca recién creada.

Existe, publicado en La Gaceta del 13 de setiembre de 1810, un artículo que comienza: “Los pueblos compran a precio muy subido la gloria de las armas…”

Este artículo termina así: “esperando que los buenos patriotas propenderán a que se realice un pensamiento de tanta utilidad, abre una suscripción patriótica para los gastos de estantes y demás costos inevitables, la cual se recibirá en la Secretaría de Gobierno; nombrando desde ahora por bibliotecario al Dr. D. Saturnino Segurola y al Reverendo P. Fray Cayetano Rodríguez, que se han presentado gustosos a dar esa prueba de patriotismo y amor al bien público, y nombra igualmente por Protector de dicha Biblioteca al Secretario de Gobierno Dr. D. Mariano Moreno, confiriéndole todas las facultades para presidir a dicho establecimiento y entender en todos los incidentes que ofreciese”.

El artículo es anónimo y no hay razón valedera para atribuir a Moreno su paternidad, y sí sobrados motivos para pensar que fuese de Manuel Belgrano, redactor del periódico en aquel tiempo. Ya veremos esto más adelante.

Tampoco es tan irresistible su “alto llamado” a contribuir con donaciones, pues el mismo Moreno y su propio hermano supieron resistirlo, como también se verá enseguida.

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