El 13 de julio de 1973, el presidente de la República Héctor José Cámpora y el vicepresidente Vicente Solano Lima, presentaron las dimisiones incondicionales a sus cargos, ante el Congreso Nacional.
Entre los fundamentos de su renuncia, el Dr. Cámpora manifestaba lo siguiente. “El anhelo profundo y enraizado en el alma del pueblo argentino, no era ni es otro que el de restituír al general Perón, el mandato que le otorgara años atrás y del que fue injustamente desposeído… Ahora que el general Perón está definitivamente en el suelo patrio, ese deseo del pueblo debe tener ocasión de manifestarse sin vallas, ni limitaciones de ninguna especie.” También puntualizaba que presentaba la renuncia “para posibilitar el reencauzamiento de un proceso que fue distorsionado por la incomprensión, cuando el Frente Justicialista de Liberación se vio privado de postular como candidato a la primera magistratura de la Patria, al general Perón, voluntad irrebatible de todo el pueblo argentino.”
En tanto que el Dr. Vicente Solano Lima expresó: “Presento a vuestra honorabilidad mi renuncia indeclinable a la vicepresidencia de la República, a efectos de que una nueva elección consagre la voluntad auténtica del pueblo argentino.”
La Asamblea Legislativa, con la presencia de 53 senadores y 183 diputados, aceptó las dos renuncias.
El país se encontraba ante una situación inédita. A menos de dos meses de haber asumido sus cargos, Cámpora y Solano Lima producían una situación de acefalía. Entre la población había consenso para que el general Perón asumiera la presidencia de la Nación. Pero el modo en que se produjeron los hechos, hacía dudar si hubo una renuncia voluntaria, una destitución o un golpe institucional.
Perón y Raúl Lastiri, presidente de la Cámara de Diputados, desde la residencia de Gaspar Campos, se dirigieron al pueblo, para agradecer el gesto del presidente y vice salientes. Perón señaló que “han dado al país el ejemplo más preclaro y más honroso”. También resaltó que hombres así “enorgullecen a las organizaciones políticas donde nacen estos gestos de grandeza individual y personal que son todo un ejemplo para la ciudadanía argentina.”
Tanto los textos de las renuncias, como los agradecimientos de Perón y Lastiri, hacen suponer que todo estuvo previamente concertado.
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