“Las exequias que los Ranqueles han hecho al cacique Mariano Rosas, muerto hace unos días han sido verdaderamente regias. El cuerpo de Mariano ha estado expuesto a la puerta de su toldo por espacio de veinticuatro horas y lo rodeaban más de doscientas mujeres que lloraban como las antiguas plañideras. Todos los objetos de que se servía en vida, estaban a su cabecera, es decir el apero, lazo, boleadoras, etc.
A las veinticuatro horas después de haber dejado de existir fue llevado a su última morada, acompañándolo todos los indios de Ramón, de Caiomuta, de Epumer y Baigorria. Las mujeres lloronas, seguían las angarillas, en que iba conducido por cuatro mocetones. Llegado que hubo el cortejo al sitio donde debía ser sepultado el cadáver, varios cautivos e indios procedieron a abrir un gran hoyo. Mientras unos hacían esta operación, otros degollaban tres de sus mejores caballos del finado y una yegua gorda.
Después de haber concluido de abrir el hoyo, se hicieron las ceremonias de estilo. En la fosa se sepultaron los caballos, la yegua, varias prendas del finado, etc., para que pueda emprender el largo viaje con felicidad. Encima de todo se puso el cuerpo de Mariano, y los primeros que echaron tierra sobre su cadáver, fueron los capitanejos. En ese mismo lugar han pasado dos días, las mujeres llorando, y los hombres desechando penas, es decir emborrachándose. He aquí como cumplen sus últimos deberes los hijos de la Pampa.”
Así anunciaba el periódico La América del Sur el 26 de agosto de 1877, la muerte del cacique ranquel Mariano Rosas. ¿Quién fue este personaje, a quien se brindaban honras fúnebres de tal importancia? Estas ceremonias sólo se realizaban a la muerte de aquellos hombres que habían ocupado un lugar sobresaliente en la sociedad indígena.
Patricia Nora Gómez
No hay comentarios.:
Publicar un comentario