Fue convocada por el
Segundo Triunvirato de las Provincias Unidas del Río de la Plata que había
accedido al poder en 1812, inspirada por la ideas de Carlos María de Alvear,
Bernardo de Monteagudo y apoyada por el General José de San Martín. Se inauguró
el 31 de enero de 1813.
Su propósito manifiesto
era la emancipación y constitución del Estado de las Provincias Unidas. Se
declaró soberana y asumió la representación de las provincias. Entre sus
novedades, se encontró la ausencia del juramento de fidelidad a Fernando VII.
Las personalidades más
notables de aquella época integraban la Asamblea Carlos María de Alvear,
Bernardo de Monteagudo, diputado por Mendoza, Gervasio Posadas, Vicente López y
Planes, Hipólito Vieytes, entre otros conformaron el ilustre cuerpo.
La Jura de los diputados
“…¿prometen a la patria
desempeñar fiel y exactamente los deberes del sublime cargo… promoviendo los
derechos de la causa del país al bien y felicidad común de la América?” La
Asamblea destacaba un marcado “americanismo”. Así se expresaba en el Juramento
que los diputados convocados firmaron.
Durante su transcurso los
intereses sectoriales dividieron a los diputados lo que terminó con una
postergación de la Declaración de la Independencia. Años más tarde, el glorioso
Congreso de Tucumán, en julio de 1816, proclamó “a la faz del mundo tan suprema
y solemne decisión”.
No obstante, durante la
Asamblea se establecieron una serie de resoluciones de gran importancia, entre
ellas:
Acuñación de la moneda
nacional. Borró la efigie real de la moneda y acuñó otra con las armas de la
Asamblea y la leyenda rebelde: “en unión y libertad”;
Establecimiento del
Escudo y el Himno;
Abolición de la
inquisición y las torturas;
Supresión de los títulos
de nobleza;
Libertad de vientres;
Realización del Censo
Nacional;
Establecimiento de la
Facultad para la enseñanza de la Medicina;
Enarbolar la Bandera de
Manuel Belgrano;
Disposición para
celebración de las Fiestas Mayas.
Pero también derogó:
La mita;
La encomienda;
El yanaconazgo;
y el Servicio personal de
los indios, bajo todo concepto y sin exceptuar el que prestaban a las iglesias
o a sus párrocos.
Esto ocurrió el 12 de
marzo de 1813 reafirmando un decreto de la Junta Grande, que establecía que los
indios debían ser tenidos por hombres perfectamente libres y en igualdad de
derechos.
La jornada inaugural
El 29 y 30 de enero
celebraron los diputados en Buenos Aires dos reuniones preparatorias y el 31 se
inauguraba solemnemente la Asamblea. Carlos María de Alvear, elegido presidente
por unanimidad, Bernardo de Monteagudo, representante por Mendoza, Gervasio
Posadas, Vicente López y Planes, Tomás Valle, entre otros.
“Si hubiéramos de
calcular los designios de la naturaleza por el resultado práctico de los
sucesos humanos, sería preciso suponer que la esclavitud era el dogma más
análogo a nuestro destino, y que el debía ser la única base de las primeras combinaciones
de un legislador. Pero aunque el cuadro del universo nos ofrece por todas
partes, sino un grupo de esclavos envilecidos por la servidumbre, o
acostumbrados ya a la servidumbre, o acostumbrados ya a la tiranía; y aunque
los esfuerzos de las almas libres, al fin sólo han servido de trofeos al
despotismo, presentando en la historia de los pueblos una constante alternativa
de gloria y degradación: sin embargo, la libertad existe en los decretos de la
naturaleza, y por su origen es independiente de todas las vicisitudes de los
siglos”.
Fuente: Haciendo
Escuela Mendoza (31 de enero de 2013)
https://www.mendoza.edu.ar/31-de-enero-qasamblea-general-constituyente-del-ano-1813q/