«Entre los principios fundamentales del derecho público internacional que la humanidad ha consagrado, es uno de los más preciosos el que determina que todos los Estados cualquiera que sea la fuerza de que dispongan, son entidades de derecho, perfectamente iguales entre sí y recíprocamente acreedoras por ello a las mismas consideraciones y respeto.
El reconocimiento de la deuda, la liquidación de su importe, pueden y deben ser hechos por la Nación, sin menoscabo de sus derechos primordiales como entidad soberana, pero el cobro compulsivo e inmediato, en un momento dado, por medio de la fuerza, no traería otra cosa que la ruina de las naciones más débiles y la absorción de su gobierno con todas las facultades que le son inherentes por los fuertes de la tierra.
(…) Siendo estos sentimientos de justicia, de lealtad y de honor, los que animan al pueblo argentino, y han inspirado en todo tiempo en política, V. E. comprenderá que se haya sentido alarmado al saber que la falta de pago de los servicios de la deuda pública de Venezuela se indica como una de las causas determinantes del apresamiento de su flota, del bombardeo de uno de sus puertos y del bloqueo de guerra rigurosamente establecido para sus costas. Si estos procedimientos fueran definitivamente adoptados, establecerían un precedente peligroso para la seguridad y la paz de las naciones de esta parte de América. El cobro militar de los empréstitos supone la ocupación territorial para hacerlo efectivo, y la ocupación territorial significa la supresión o subordinación de los gobiernos locales en los países que se extiende. (…) No pretendemos de ninguna manera que las naciones sudamericanas queden por ningún concepto exentas de las responsabilidades de todo orden que las violencias del derecho internacional compartan con los pueblos civilizados.
No
pretendemos ni podemos pretender que estos países ocupen una situación
excepcional en sus relaciones con las potencias europeas, que tienen el derecho
indudable de proteger a sus súbditos tan ampliamente como en cualquier otra
parte del globo, contra las persecuciones o las injusticias de que pudieran ser
víctimas. Lo único que la República Argentina sostiene y lo que vería con gran
satisfacción consagrado con motivo de los sucesos de Venezuela por una nación
que, como los Estados Unidos, goza de tan grande autoridad y poderío, es el
principio ya aceptado de que no puede haber expansión territorial europea en
América, ni opresión de los pueblos de este continente, porque una desgraciada
situación financiera pudiese llevar a alguno de ellos a diferir el cumplimiento
de sus compromisos. En una palabra, el principio que quisiera ver reconocido es
el de que la deuda pública no puede dar lugar a la intervención armada,
ni menos a la ocupación material del suelo de las naciones americanas por una
potencia europea.»
Luis María Drago
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
Luis María Drago
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
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