1. Antecedentes históricos, edilicios, ambientales y socio
culturales
La historia de Palermo, como zona descampada se remonta a la
conquista de las costas del Río de la Plata. Desde el siglo XVI había sido una
parte semiabandonada, poco poblada, aunque dedicada a la agricultura. Este
sector (norte de la ciudad en el bajo, entre la barranca y el Río de la Plata)
fue dedicado por Garay a las chacras de cultivo, se repartieron unas sesenta de
ellas. Esta división careció de amojonamientos lo que produjo posteriores
conflictos por saber si la tenencia de las tierras comenzaba desde la orilla
del río o desde la barranca1.
Juan Domínguez Palermo unificó un sector de esta zona y se
dedicó al cultivo de la vid, trigo y árboles frutales. El nombre de Palermo se
fue generalizando y es el origen de la toponimia del lugar. Se oficializó en
1808, cuando autorizado por Santiago de Liniers se creó el Partido de Palermo,
como un desprendimiento del Partido de San Isidro. Se extendía desde los
Colegiales hasta los Corrales de Miserere2.
La falta de caminos hacia esta zona inaccesible y la
desembocadura del arroyo Maldonado, límite de lo que sería Palermo, fue hasta
principios de nuestro siglo un juncal de difícil acceso. Rosas decidió hacia
1836, realizar una gran labor de relleno en la zona, baja y arcillosa,
trasladando humus desde la zona de Belgrano, hacia el Río de la Plata,
rellenando y cubriendo los desniveles. También trasladó tierra desde la boca
del arroyo Maldonado y el bajo de la Recoleta. Luego de dos años de acarreos la
zona se transformó en un sector apto para cultivo. Rosas ocupó el espacio que
queda comprendido actualmente, entre el ex arroyo Maldonado, las avenidas del
Libertador y República de la India y el río. Este último corría aproximadamente
donde está hoy la costanera. Además se hicieron terraplenes de desagüe y largos
canales perpendiculares para desgastar las lluvias rápidamente.
En la parte norte subdividió las tierras en cuadrados
rodeados por canales y caminos, donde se cultivaron árboles traídos de todo el
país, especialmente naranjales y durazneros. La actual avenida Sarmiento
dividía en dos partes el terreno y del otro lado se hallaba el caserón y los
jardines. Estos últimos representaban un verdadero paisajismo con diseños de
canteros de flores, una avenida arbolada hacia el río y toda clase de plantas.
Entre los árboles se ubicaron bustos de mármol sobre pedestales y un largo
canal rectificado rodeado por rejas de hierro y pilares de mampostería, que servía
para baño y como pileta decantadora. Incluso se construyó una pérgola de madera
con cúpula, cubierta de plantas para el baño de Manuelita. Sobre el «baño de
Manuelita»3 se publicaron diversos trabajos que mencionamos en las notas
bibliográficas. Lo más llamativo en su época fue un barco que había encallado
tras una tormenta y que Rosas remodeló y transformó en salón de baile.
Hacia 1836 comenzaron las obras de la residencia. No está
demostrado todavía quien fue el autor del proyecto, pero sabemos que la obra
fue dirigida por el maestro Miguel Cabrera4. El edificio poseía una planta
rectangular con cuatro torreones articulados en los vértices. El rectángulo
mayor estaba ocupado por las habitaciones en hileras unidas a través de
galerías y pasillos exteriores, comunicados hacia un gran patio central. En el
torreón hacia el sur estaba instalada la capilla dedicada a San Benito, cuyo
nombre desde hacía tiempo estaba en estrecha relación con Palermo5. En 1838
todo el trabajo había sido finalizado.
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