A través del tiempo barrancas y árboles se conjugaron
enlazando las páginas de gloria de nuestros próceres. En las barrancas del río
Paraná, los árboles “sarandí blanco” y el “pino de San Lorenzo” brindaron
amparo a los generales Manuel Belgrano y José de San Martín.
Hacia el sur, el río se abre en numerosas ramas en el Delta del Paraná. Más
abajo aparece el ancho río sin costa visible en el horizonte, el Río de la
Plata, después el estuario se hace mar. Sus barrancas se inician en San Isidro,
continúan en Olivos, Vicente López y en Barrancas Belgrano. Más al sur hacia el
puerto de Buenos Aires, surgen las verdes barrancas de Plaza Francia y de la
Biblioteca Nacional, de Retiro y de Parque Lezama.
Así como en el centro de la ciudad el “bajo” refiere a la avenida Leandro N.
Alem y Paseo Colón, en el barrio de Belgrano, al “Bajo Belgrano”, que se llega
al descender desde las Barrancas hacia el Río de la Plata. Esa parte del barrio
con tanta identidad fue perpetuada por el tango, los “pingos” y sus studs.
Reflejada en las lavanderas, que vio Prilidiano Pueyrredón a través de su óleo
costumbrista, donde se destacan los ombúes. Desde otro punto, desde los
jardines de su quinta, que se extendía desde Cabildo hasta “Las Cañitas” (hoy
Luis María Campos), José Hernández veía el Río de La Plata.
Mencionando estos lugares no puedo dejar de recordar la belleza de la abadía de
San Benito. Allí intervino el célebre arquitecto Carlos Thays en el diseño de
su Patio Central y en las Barrancas de Belgrano. En dicho patio se destacan
tres magníficos árboles, alcanforero, palmera y magnolia.
Un árbol histórico propio de la provincia de Buenos Aires fue el “tala” también
llamado en guaraní ibirá guasú o yuasí, que significa tronco grande y espina
chica (Celtis ehrenbergiana), por esa razón la legislatura de la Ciudad de
Buenos Aires obligó a su preservación y lo declaró “Árbol representativo de la
Ciudad”, por su carácter autóctono y su valor histórico. El Despacho de la
Comisión de ambiente argumentó: “La designación permitirá no sólo mantener
vivos los recuerdos de sus orígenes, sino que también remediará en parte
nuestro olvido, como también lo agradecerán las aves nativas, como el jilguero
dorado, el boyerito, el cardenal, el pepitero de collar y la monterita cabeza
negra, las orugas y las crías de las mariposas de la ciudad. Estamos a tiempo
de impulsar gestos reparadores para poder revalorar esta especie y estimular su
inclusión en la agenda educativa y ambiental de los porteños”.
En el territorio que hoy ocupa la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el talar
constituía el bosque natural que ocupaba los terrenos altos, cercanos al Río de
la Plata cuyos vestigios podemos apreciar aún en Parque Lezama o en Barrancas
de Belgrano.
Las tipas conformando túneles por arriba de sus calles y la elegante
arquitectura Tudor de las casas, en la Avenida Melián, distinguen a Belgrano R,
el sub barrio del oeste, más apartado del río y del bajo. Las dos ramas del
ferrocarril establecieron los nombres de los sub barrios. En las tierras altas,
la línea Buenos Aires a Rosario da el nombre de Belgrano R. La Plaza de los
Olmos (entre Zapiola, Echeverría y las vías) es un ejemplo considerando la
acción de los vecinos organizados en la Sociedad de Fomento que lograron
Establecer el Área de Protección Histórica (APH) N° 4 de la Ciudad de Buenos
Aires. Se vincula con la Plaza Castelli y alrededores con vistosos comercios y
centro cultural.
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