miércoles, 6 de noviembre de 2019

El gobierno de Lonardi - Las diferencias internas - Parte 4

El general Lonardi también respondió negativamente al pedido de intervención de la CGT y el partido peronista, demostrando más inteligencia que sus nuevos rivales a quienes les dijo: “A cañonazos no conseguiremos nada más que exacerbar a los obreros y fortalecer al peronismo, en forma tal que no sería extraño que dentro de seis meses estuviera nuevamente Perón en la Casa de Gobierno o una guerra civil asolara al país.”

En respuesta a la intervención al partido les dijo: “Sería un procedimiento muy poco hábil, desde el punto de vista democrático, poner el movimiento peronista en la clandestinidad y robustecerlo con la persecución”.(11)

Sin acuerdos concluyó la primera reunión con Lonardi en la cual los confabulados hicieron conocer sus peticiones. En la segunda reunión el coronel Ossorio Arana asumió la voz cantante y le solicitó al presidente su renuncia en nombre de la Fuerzas Armadas amenazándolo con el uso de la fuerza.


Pretendían para salvar las formas que fuera el propio Lonardi el que presentara la renuncia, pero luego de algunos cabildeos junto a sus más cercanos colaboradores se negó a hacerlo. Cuando los complotados se retiraban de su casa, Lonardi les gritó: “¡Y que sepan que no renuncio! ¡Ustedes me echan!”.

Lonardi se dirigió a la Casa Rosada donde increpó duramente a los coroneles Labayrú, Bonnecarrere y Lannuse cuya misión profesional debió ser defender al presidente y no conspirar contra él. El ya ex presidente intentó dar a conocer un comunicado que los medios de comunicación argentinos tan defensores de “la libertad de prensa” no publicaron, a excepción del Buenos Aires Herald, el comunicado expresaba: “Comunico al pueblo que no es exacto que haya presentado mi renuncia al cargo de Presidente Provisional, o que mi salud tenga algo que ver con mi retiro de la Casa de Gobierno. El hecho se ha producido exclusivamente por decisión de un sector de las Fuerzas Armadas”. Los militares no permitieron el ingreso de los periodistas a la casa de gobierno para entrevistar a Lonardi.

El 13 de noviembre de 1955 por la tarde se dio a conocer el comunicado oficial que decía: “La crisis reciente del gobierno provisional se ha debido exclusivamente a la presencia en el seno del mismo de grupos influyentes en el espíritu del general Lonardi, que orientaron su política hacia un extremismo totalitario, incompatible con las convicciones democráticas de la Revolución Libertadora, las cuales consiguieron apoderarse, ante el estupor de la sana opinión revolucionaria, de puestos claves en la conducción del país”. Más adelante continuaba diciendo: “Esas personas y no otras, intentaban colocar a la Nación en peligrosa senda, a cuyo término sólo podía esperarse una nueva dictadura”.(12)

De esta manera el propio iniciador de la autodenominada Revolución Libertadora caía bajo el accionar faccioso de un grupo de políticos y militares que no podían tolerar la más mínima discusión de sus posiciones. No había ninguna verdad en las afirmaciones del comunicado oficial pues no era sólo los lonardistas los que desconocían los caminos de la democracia, fueron todos aquellos que formaron parte del golpe de estado del 16 de septiembre quienes la erradicaron del suelo argentino, debieron pasar largos años antes que los argentinos volviéramos a practicar la democracia.

Sería una constante de la Revolución Libertadora llenarse la boca con advocaciones al sistema democrático para desconocerlo a renglón seguido en cada uno de sus actos. Los colaboradores de Lonardi no eran ni más ni menos democráticos que Rojas, Aramburu o los políticos que formaban parte de la Junta Consultiva. Lonardi cayó porque se negó a aplicar medidas que inteligentemente sabía que provocarían la más enérgica reacción de la clase obrera y otros sectores populares.

El 4 de diciembre estando Lonardi en los Estados Unidos por razones de salud, el gobierno da una nueva versión oficial de lo sucedido, acusando a Clemente Villada Achaval cuñado de Lonardi de recibir a personas de “ideologías totalitarias” y de ser contrario a la Junta Consultiva. También aprovechaban para cuestionar a la CGT a la que acusaban de ser contraria al gobierno.

Lonardi procedió a contestar las acusaciones y defender a su cuñado, con respecto a su renuncia decía que “… me disponía a redactarla cuando fui informado de que la noche anterior los edecanes del vicepresidente de la Nación no habían sido ajenos a la firma del documento en que la casi totalidad de los miembros de la Junta Consultiva declinaba de sus cargos”. Enterado de esta maniobra Lonardi decidió negarse a renunciar. (13)

La tensión entre ambos grupos llegó a niveles extremos, Villada Achaval también decide responder a las acusaciones, en su documento denuncia que una comisión policial procedió a allanar el domicilio del general Lonardi con el objetivo de detener a Villada Achaval.

El 12 de enero de 1956 estando en el extranjero el coronel Ernesto Tarquini le propone a Lonardi a instancias del gobierno que se quedara en ese lugar y no regresara al país e incluso se lo tentó con la designación en una embajada, la respuesta del ex presidente fue que no sólo pensaba regresar al país de inmediato sino que se constituiría en un firme opositor al gobierno.

Posteriormente hubo otro enviado de Aramburu, esta vez el teniente coronel Juan José Montiel Forzano para comunicarle que el gobierno consideraba inconveniente su regreso al país, pero Lonardi insistió en manifestar su intención de regresar e incluso de radicarse en Uruguay si se le impedía ingresar a la Argentina.
Al regresar al país se colocaron parlantes para que hablara a quienes se congregaron frente a su casa, pero la policía procedió a retirar toda la instalación y se le impidió dar una alocución.
El 22 de marzo de 1956 se produce la muerte del general Lonardi producto de un derrame cerebral.

Se desata la hipocresía habitual en estos casos, la Libertadora no podía perder la oportunidad para mostrarlo como uno de los suyos, quién se había colocado al frente del complot cuando pocos se animaban. Aramburu por radio decía: “Hoy el pueblo liberado le rinde el homenaje que tributaúnicamente a los héroes”.
La Junta Consultiva le rinde homenaje a pesar de haber jugado un papel decisivo para su derrocamiento, en un comunicado la UCR de Capital decía del fallecido: “transpone los umbrales de la historia” y lo define como “…una de las figuras más nobles y excelsas de la República…”. (14)

A pesar de la muerte de Lonardi no terminaron ahí las disputas internas de los “libertadores”, al conmemorarse el primer aniversario del golpe con un acto en la Plaza de Mayo se produjo un incidente entre partidarios de Lonardi por un lado, y de Aramburu y Rojas por el otro, estos últimos les gritaban a sus rivales “nazis”, “peronistas disfrazados”, “clericales” o “que se vayan con Franco”, mientras lanzaban vivas a Sarmiento. (15)

Mientras los golpistas se disputaban el espacio del cual habían desplazado al pueblo, el exiliado presidente constitucional declaraba desde Asunción: “Yo ya conozco demasiado a estos gobiernos que no se basan en el poder de las urnas sino en las armas. La persecución despiadada y la desinformación sistemática no abren buenas perspectivas a una pacificación… Esta revolución, como la de 1930, también septembrina, representa la lucha entre la clase parasitaria y la clase productora”. (16)


La mentirosa pacificación lonardista fracasaba estruendosamente ante la mayor indiferencia de los ciudadanos, un país dividido en dos, pero no por mitades, no tenía lugar para salidas intermedias, entre el Pueblo y la oligarquía no había espacio para mediadores o para mesiánicos que se atribuían la sagrada misión de “desperonizar” el país.

(11) Marta Lonardi, pag. 213
(12) Marta Lonardi, pags. 222 y 223
(13) Marta Lonardi, pags. 236 y 237
(14) La Nación, 24/3/1956
(15) La Prensa, 17/9/1956
(16) Juan D. Perón, La fuerza es el derecho de las bestias, Ediciones Síntesis, 1974, pags. 15 a 17

No hay comentarios.:

Publicar un comentario