El sábado 10 de septiembre, la calle Corrientes volvió a
tener rock. Fue en el Metropolitan, una sala realmente buena por su calidad
acústica, donde se produjo una nueva presentación de Virus, el grupo dirigido
por Federico Moura que está mezclando los papeles del últimamente demasiado
ordenado y previsible rock nacional.
Sin escenografía, iluminados crudamente por "tachos" tipo set de
cine, el grupo largó impecablemente con "En mi garage", uno de los
ocho temas nuevos que presentaron durante el recital y que integran el nuevo
long play que están grabando en estos días. "En mi garage" es una
composición que profundiza la línea rock and roll de Virus y produjo un afecto
inmediato en el público que, lanzado como un resorte, partió de sus butacas y
se dedicó a bailar. Esa energía potencial que producen las huestes de los
hermanos Moura parece estar ahora mucho más afiatada que en su anterior
presentación de Obras. Es como si hubieran hecho chapa y pintura. Pero claro,
hay algunos motivos: Federico está cantando mejor, los teclados tienen un papel
más importante y sostenedor, tienen un set de batería nuevo, y gran parte del
equipamiento es flamante.
Para muchos, Virus es un grupo de energía, baile y cierta sofisticación. Pero,
contra
una letra de temática remanida pero con variantes imprevistas o críticas. En
ese tema, Federico cantó mejor que nunca, los teclados estuvieron impecables y
la batería cumplió una excelente función climática (en la versión discográfica
esta composición tendrá batería electrónica). Luego siguió la fiesta,
entrelazan muchas previsiones, presentaron un tema lento (una parte del público
no se lo quiso bancar al comienzo, hasta que el baterista les aclaró que
podrían escucharlo "para franelear"). Pero no fue ese el motivo por
el cual volvieron todos a sus asientos: lo que pasaba es que el tema era
realmente bueno, con el típico chiste autoral de Virus: (Nota MR: transcripto
textual en la crónica, se interrumpe la redacción)... do temas de anteriores
álbumes y otros nuevos, entre los que se destacó "En el probador",
una historia insólita -aunque para esta oportunidad verídica- de lo que uno
siempre piensa que puede ocurrir en los probadores.
En general el grupo sonó bien, mucho más compacto que en otras oportunidades.
Las luces fueron buenas y sencillas, hasta modernas, se diría. Pero lo más
importante pareció ser el reforzamiento del grupo en escena, produciendo una
música más voluminosa, gruesa y caliente. El público -seguramente el más
moderno que asiste a recitales— pareció entenderlo así: todos salieron cantando
"En mi garage", un futuro hit.
septiembre de 1983
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