El radicalismo llegó al gobierno,
tras ventiseis años de lucha donde logró imponer el sufragio secreto, universal
y obligatorio establecido en la Ley Saenz Peña. Aquí se inauguró un período en
el cual este movimiento político fue el más importante, llegando aquí a la
conducción del país hasta el golpe de 1930, y siendo mayoritario hasta la
llegada del peronismo en 1946.
Sobre nuestro tema, el discurso
radical sobre política exterior, hasta ese momento, contiene como marco general
el de una Argentina abierta al mundo con un privilegio hacia Europa con
características propias, como por ejemplo las ideas de soberanía económica o la
personalidad moral de la Nación, además de condensar y equilibrar elementos
idealistas y realistas. Veremos si tuvo o no cambios durante sus gobiernos.
El
Primer Gobierno de Yrigoyen (1916-1922)
En la elección del 2 de abril de
1916 la fórmula Yrigoyen - Luna obtuvo 339. 000 votos y 143 electores; los Demócratas
Progresistas 122. 000 y 65, el Partido Socialista 52. 000 y 14 y el radicalismo
disidente de Santa Fe 28. 000 y 19. El binomio radical triunfó en el Colegio
Electoral con los votos de los disidentes obteniendo 152 votos. Como resultado
de esta elección el radicalismo tuvo minoría en ambas cámaras. En diputados
recién en la siguiente elección obtuvo la mayoría, cosa que nunca ocurrió en el
Senado.
El corpus sobre el cual
trabajaremos está formado por los mensajes a las Cámaras de los años 1917 a 1922.1 En todos los
mensajes agrupados observamos un afán eminentemente descriptivo. En ellos
observamos la presencia de tres temas excluyentes: la guerra y sus
consecuencias; la relación con los países de América; y la relación económica
con el mundo.
El primero tuvo una presencia
ininterrumpida a lo largo de todo el período, el segundo se mantendrá con
excepción de 1921, y el último tendrá lugar en todos pero se harán dos
referencias, una en 1917 y otra 1922.
El mensaje de 1918, en el
capítulo referido a Relaciones Exteriores tiene un lugar privilegiado en el
discurso. Y en él, la guerra ocupa un lugar excluyente aunque también se
analizan las consecuencias hacia los otros países de América.
Desde el inicio de la Primera
Guerra Mundial, el gobierno de De la Plaza había declarado su neutralidad,
Yrigoyen hará lo mismo aunque el fundamento de dicha decisión está dado por
"los principios consagrados y las exigencias de su propia soberanía"
(AL, 1917,90).
En ese entonces los radicales,
como el diputado Oyhanarte o el canciller Pueyrredón, hablan de diferencias con
la anterior neutralidad, lo llamaban "neutralismo activo" o
"beligerancia diplomática, ya que existe una mayor energía en sus
reclamos"2.
El conflicto es considerado como
"una situación anormal" (AL,1918, 126) ya que para Yrigoyen, como
buen krausista, la paz y la armonía son los valores fundamentales que marcan
las relaciones entre las naciones y no la guerra.
Lo que no se preveía era que la
vuelta a la normalidad, no era a la situación anterior -de privilegio europeo-
sino una situación absolutamente nueva -la consolidación lenta de la influencia
norteamericana en la región que tendrá una inflexión mucho más decidida con la
crisis del 30 y con la Segunda Guerra Mundial-. Salvo escasas posiciones, como
Alejandro Bunge, la dirigencia política no previó este cambio, pensando que
esta situación era temporaria, es lo que Puig señala como cambios que "no
eran fácilmente perceptibles"3.
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