Una vez establecida la Primera Junta de Buenos
Aires, sus miembros comenzaron a intercambiar ideas acerca de la conveniencia
de que se incorporaran a ella diputados del resto de las provincias del
Virreinato. Con esa finalidad, el 27 de mayo de 1810, se despachó una circular
en la que se invitaba a todas las regiones del país a reconocer al nuevo
gobierno y a elegir diputados. La elección debía ser efectuada por los
Cabildos, convocando a"la parte principal y más sana del
vecindario para que formando un Congreso sólo los que en esa forma hubieran
sido llamados, elijan representantes".
Para Mariano Moreno, los Cabildos expresaban los
intereses localistas y eran exponentes del régimen virreinal y, por ende, los
diputados electos serían reflejo de los elementos económico-sociales
predominantes. Los miembros morenistas de la Junta, deseaban que los diputados
fueran elegidos a través de Cabildos abiertos revolucionarios.
Los morenistas sabían que las decisiones tomadas
en Buenos Aires serían resistidas y, por eso, la reunión del Congreso de
diputados debía ser resultado de los triunfos de expediciones militares que
podrían asegurar la reunión de Cabildos que no estuviesen compuestos sólo por
exponentes del antiguo régimen colonial. Las expediciones de Castelli al norte
y la de Belgrano al Paraguay tenían este fin y pretendían desplazar del poder a
los enemigos del movimiento enfrentándolos, incluso, en el terreno
militar.
Veamos cuál fue la repercusión que tuvo la
Revolución de Mayo en los distintos territorios del Virreinato:
Montevideo rivalizaba con el puerto de Buenos
Aires. El ex-virrey Elío fue electo gobernador y convirtió a la ciudad en
centro de la resistencia española. La campaña Oriental aceptó la Junta y ésta
resolvió enviar una expedición militar. Artigas, con ayuda de Buenos Aires,
inició la lucha contra los españoles. Los diputados artiguistas ante la
Asamblea del Año XIII fueron rechazados al exigir la declaración de independencia de España
y conformaron la Liga del los Pueblos Libres. En 1814, se produjo la rendición
de Montevideo y el Río de la Plata quedó libre de enemigos de la Revolución.
La Primera Junta envió a Belgrano al Paraguay
para obtener el reconocimiento de la Primera Junta. La tensa relación con el
gobierno central y Buenos Aires motivó que los hacendados se negaran a acatar
la autoridad de la Junta, ya que sus miembros no derogaron los impuestos que
afectaban los intereses de los sectores comerciantes. En 1811, se organizó un
triunvirato y, en 1813, se sancionó una constitución que consagró al Paraguay
como la Primera República de América del Sud. El Dr. Francia fue electo
dictador, estrictamente a la usanza romana, cargo que ejerció hasta su muerte.
En Misiones, el gobernador Tomás de Rocamora
adhirió a la Revolución y fue ratificado por la Primera Junta, finalizando la
administración española en estos territorios. Misiones, Entre Ríos y Corrientes
eran regiones en formación que necesitaban deslindar jurisdicciones, crear
organismos administrativos y policiales, instalar núcleos urbanos, asegurar la
educación de la población. Durante su campaña, Manuel Belgrano otorgó a
Misiones un reglamento que reconocía a los naturales los derechos de libertad
personal, seguridad, trabajo y propiedad.
Córdoba del Tucumán no aceptó a la Primera Junta
y organizó la resistencia dirigida por Santiago de Liniers. La Junta trató de
disuadir a los contrarrevolucionarios y, para salvar el proceso, ejecutó a sus
cabecillas. La zona era clave en las comunicaciones con el Alto Perú. En
1813, perdió los territorios de Mendoza, San Juan y San Luis que pasaron a
conformar la Gobernación Intendencia de Cuyo que habían reconocido previamente
a la Junta. En 1815, Córdoba integró la Liga del los Pueblos Libres dirigida
por José Artigas.
En la región del Gran Chaco, las fronteras
estaban guarnecidas contra los ataques indígenas a través de reducciones y
fortines. Producida la Revolución de Mayo, esta situación se alteró ya que el
gobierno de Buenos Aires no se encontraba en condiciones de defender un
territorio tan vasto y habitado por tribus guerreras. Los tobas y mocovíes, al
tomar conocimiento de esta situación, reanudaron sus correrías, poniendo en
peligro a las poblaciones fronterizas y a las misiones religiosas. Desde 1810 y
muy lentamente, las tribus chaqueñas retomaron los territorios que los blancos
se habían apropiado.
La Revolución de Mayo impulsó la sublevación de
Cochabamba que se extendió hasta La Paz. Esteban Arze, concentró el 14 de
septiembre de 1810, unos mil patriotas que lucharon contra los realistas;
logrando deponer al gobernador José Gonzales Prada. Un cabildo abierto nombró
como nuevo gobernador a

Francisco de Rivero y a
Esteban Arze como jefe de las fuerzas independentistas. Los patriotas vencieron
a los realistas en la batalla de Aroma, del 6 de octubre de 1810. Pese a esta
victoria, los españoles continuaron resistiendo durante varios años.
En Moxos, en noviembre de 1810, los indígenas se
levantaron contra el gobernador Pedro Pablo de Urquijo y conformaron por un par
de meses un gobierno autóctono liderado por Pedro Ignacio Muiba y el cacique
José Bopi de Loreto. El gobernador depuesto, aliado a otras parcialidades,
recuperó el gobierno y ejecutó a los rebeldes. En 1812, una rebelión independentista
expulsó al gobernador y nombró a Manuel Delgado en su reemplazo.
En Cochabamba, Goyeneche comandaba las fuerzas
realistas y preparó una expedición para reforzar a las fuerzas
contrarrevolucionarias de Córdoba. En septiembre de 1810, una insurrección adhirió
a la Junta de Buenos Aires y proclamó a un criollo como Gobernador Intendente.
Después de las batallas de Aroma y Suipacha, el Alto Perú quedo sometido a la
Junta de Buenos Aires y el Ejército Auxiliar del Norte se situó frente a las
fuerzas realistas ubicadas en la otra orilla del río Desaguadero. Goyeneche
atacó y logró triunfar en la Batalla de Huaqui. El Ejército Auxiliar
abatido, retrocedió hacia Potosí.
El presidente de la Audiencia de Charcas,
Vicente Nieto, desconoció a la Primera Junta y decidió anexar el territorio al
Virreinato del Perú. Nieto ordenó desarmar el Regimiento de Patricios que se
había radicado allí el año anterior, los soldados fueron obligados a trabajar
en las minas. Reprimió a los insurgentes y deportó al Perú a los oidores de la
Audiencia. A pesar del intenso accionar del Ejército del Norte, esta región
quedó bajo el dominio de los realistas.
Las autoridades de Potosí se opusieron a la
revolución y organizaron fuerzas que se unieron a los contrarrevolucionarios de
Córdoba. El intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz, anexó la intendencia
al Virreinato del Perú. Los insurgentes lo apresaron y el pueblo de Potosí en
un cabildo abierto juró obediencia a la Junta de Buenos Aires; desconoció la
autoridad del virrey del Perú y de Goyeneche y los previno reprimirlos si
invadían los límites de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El Ejército
Auxiliar entró en Potosí al mando de Castelli.
La población de Chiquitos reconoció a la Primera
Junta, quien nombró gobernador a Juan Lemoine. Luego de la derrota de Huaqui,
la región volvió a ser controlada por los realistas. Los portugueses
colaboraron con éstos y, aprovechando la conflictiva situación, las tropas
del Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarves se apoderaron de la
casi totalidad de Chiquitos. En 1814, Ignacio Warnes desobedeciendo una orden
de Buenos Aires que lo obligaba a abandonar el lugar, recuperó la región para
la causa revolucionaria.
La región de Salta del Tucumán estaba en crisis
económica por el decaimiento de la producción minera potosina, sequías y el
retraimiento del comercio debido a las guerras. La élite oscilaba en reconocer
al gobierno de Buenos Aires y apoyar a los realistas –a quienes los ligaban
vínculos familiares y económicos-. Grupos rurales y urbanos insurgentes
entrevieron en la revolución la posibilidad de concretar reivindicaciones
sociales, Güemes lideró algunos de ellos. La Junta envió expediciones militares
para tratar de repeler el avance realista desde el Alto Perú y asegurar esos territorios.
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