lunes, 18 de marzo de 2019

Hipólito Bouchard - Parte 2


Pero Bouchard amaba el mar por instinto y así, una vez casado con Norberta Merlo, en 1812 fue designado para mandar la corbeta “Halcón” adquirida y armada por su pariente político, Anastasio V. Echevarría, formando parte esta corbeta de la expedición que condujo al Pacífico el insigne comodoro Guillermo Brown.  
Cuando éste se dio a la vela de Montevideo, el 15 de octubre de 1815, con pocos días de intervalo le siguió Bouchard con la “Halcón” y el queche “Uribe”, con el carácter de segundo jefe de la expedición.  Brown por su parte, comandaba la fragata “Hércules” adquirida por donativo nacional.  Bouchard, después de una travesía cruenta en la que perdió la “Uribe”, se reunió a Brown en la isla de Mocha.  En este punto, el 31 de diciembre de 1815, Brown, que también llevaba bajo sus órdenes el bergantín “Trinidad”, se destacó con la “Hércules” a la isla Juan Fernández, con la misión de libertar a los patriotas chilenos encerrados en aquel presidio, continuando al mando de Bouchard el “Trinidad” y el “Halcón”, yendo rumbo al Norte, decidido a atacar las fortalezas del Callao.  

Brown después de reconocer la punta de Nazca, lanzado muy al Norte por un temporal que no le permitió llegar a su destino, el 12 de enero capturó la fragata “Gobernadora” en el peñón de Las Hormigas, saliendo cerca del Callao y reuniéndose el 14 a Bouchard.  A la llegada a este puerto, la flotilla republicana apresó la fragata de la armada española la “Consecuencia”, conduciendo a su bordo al brigadier Mendiburu, gobernador de Guayaquil, que cayó en manos de aquellos audaces.  El bloqueo del Callao duró precisamente tres semanas, período de tiempo en el cual se hicieron algunas presas de importancia en los combates sostenidos contra los españoles.  Del Callao, Brown y Bouchard se dirigieron a Guayaquil, que atacaron el 8 de febrero, tomando por asalto el fuerte “Punta Piedras”, situado en la embocadura del río; y al siguiente día se apoderó Brown del mismo modo del Castillo, más cercano a la ciudad.  Brown se había propuesto apoderarse de Guayaquil, para lo cual tenía que remontar la ría, aprovechando la pleamar, pero tuvieron un altercado con Bouchard, el cual no participó en la empresa arriesgadísima, que significó un contraste para el audaz Almirante en su propósito de apoderarse de Guayaquil. 

Bouchard, por su parte, se separó de su jefe, cediéndole el “Halcón” a cambio de la “Consecuencia” y 10.000 pesos que recibió en efectivo.  Bouchard sentía una inquieta emulación hacia Brown, cuya fama era muy superior a la suya, que por supuesto era muy justo fuese así, dadas las condiciones excepcionales de aquel insigne Almirante, como hombre de guerra.  Bouchard era ambicioso y se conceptuaba suficientemente capaz de afrontar cualquier empresa marítima por arriesgada que fuese, no queriendo compartir con otro ni el peligro, ni la victoria, ni el botín.  El historiador López dice que Bouchard era demasiado decente para ser un pirata, pero en verdad, tenía el espíritu de un corsario perfecto a la moda de su tiempo.  “Armado en guerra y pudiendo levantar una bandera legítima, se permitía todos los excesos que la guerra comporta, con un carácter duro y despiadado hasta los límites harto vagos en verdad, que separan el corso del latrocinio.  El no buscaba como Brown, el combate por las emociones del combate; ni servía la causa argentina como aquél, por amor a los argentinos, sino con aspiraciones egoístas a la opulencia más que a la gloria y midiendo el esfuerzo de la hazaña por el provecho pecuniario que podía producirle”.

Abandonando a Brown en su empresa frente a las costas ecuatorianas, con su nuevo buque, Bouchard marcha hacia el Cabo de Hornos, penetra en el Atlántico y el 18 de junio de 1816 llega a Buenos Aires, donde el 9 de setiembre del mismo año el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata discierne a Bouchard el grado de Sargento Mayor de marina.  El 18 de noviembre del mismo año se decreta el corso oficial y Bouchard cambia el nombre de su fragata “Consecuencia” por el de la “Argentina”, que arma nuevamente su pariente político, el doctor Echevarría, transformando aquel buque en un formidable crucero de 38 cañones y 250 hombres de tripulación, y entre éstos se encontraba el aspirante Tomás Espora (toda la artillería que monta la fragata es de ocho y doce, poderoso armamento para un buque de 700 toneladas de porte); y el 27 de junio del año siguiente enarbola en él la bandera de la Patria.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario