El 30 de marzo de 1913, bajo la recientemente implementada
Ley Sáenz Peña, el Partido Socialista ganó las elecciones en la ciudad. Las
reivindicaciones de las clases trabajadoras pasaron así a ocupar un lugar
central en el debate parlamentario.
“Con el sorprendente –dice Enrique Garguin– triunfo
electoral del 30 de marzo de 1913 en la ciudad de Buenos Aires, el Partido
Socialista (PS) obtuvo para sí la banca de senador y las dos de diputados por
la mayoría. El éxito se repetiría al año siguiente y en 1924, interrumpiendo
casi una década de predominio radical”. ¿Cuál fue el significado del triunfo
electoral del PS? ¿Cómo se insertaba en la estrategia del partido esta
victoria? ¿Cuáles eran los objetivos políticos y socioeconómicos del PS?
Juan B Justo, principal dirigente del socialismo argentino
de la época, decía que los objetivos fundamentales de los trabajadores
argentinos eran “la posesión del poder político, la transformación de la
propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad
colectiva, social o común”. Y explicaba: “Entendemos por instrumentos de
trabajo: la tierra, las minas, los transportes, las fábricas, máquinas, etc.
La organización de la sociedad sobre la base de la
federación económica; el usufructo de los instrumentos de trabajo por las
colectividades obreras, garantizando a todos sus miembros el producto total de
su trabajo y la enseñanza general científica y especial de cada profesión a los
individuos de uno y otro sexo (…) En suma: el ideal del Partido Socialista es
la completa emancipación de la clase trabajadora: es decir, la abolición de
todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores dueños
del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes”.
El PS quería alcanzar estos objetivos por medio de la lucha
político-electoral. Su idea era conquistar primero una presencia parlamentaria
y luego una mayoría en este órgano, a fin de introducir mediante reformas los
cambios políticos y socioeconómicos que constituían su horizonte histórico.
El PS reconocía la lucha de clases, pero no la dictadura del
proletariado; creía que por medio de la república parlamentaria podía alcanzar
gradualmente sus objetivos educando social y políticamente a las clases
trabajadoras. Empero, los socialistas eran conscientes del fraude electoral que
caracterizaba a la república conservadora. Así decían: “Cada vez que la tea
revolucionaria ha iluminado diferentes provincias argentinas, no faltaron
estadistas que saliendo a la palestra dijeran: ‘Deponed las armas.
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