La afirmación democrática era en Justo deudora de un fuerte societalismo. En vena marxista señalaba que la clave del orden social se hallaba en la sociedad civil y no en la superestructura política, por ello consideraba absurdo apelar al Estado para construir desde arriba una sociedad perfecta, la que solo podía surgir de una larga tarea de educación del pueblo trabajador.
Justo evaluaba que la participación política era imprescindible para democratizar el Estado, pero no consideraba que esta transformación constituyera el cambio decisivo; por el contrario, valoraba a las instituciones democráticas como salvaguardas que permitían la profundización de la verdadera revolución, que tenía lugar en la sociedad civil.
Pero Justo no se limitaba a plantear una defensa genérica del socialismo democrático sino que trazaba hipótesis respecto a su modo de construcción en la Argentina. Sostenía que la sociedad argentina, aunque era formalmente republicana, excluía a los sectores populares de la escena política.
Frente a ello, afirmaba, la lucha de clases no debía orientarse solo a obtener mejoras en las condiciones de vida, sino a imponer verdaderamente el sufragio universal. Justo consideraba que el PS debía asumir tanto las banderas de un partido de clase como las propias de una fuerza popular democrática; tomar a su cargo la defensa de los intereses de la clase obrera pero también la misión democratizadora de enfrentar al sector terrateniente y a los sectores que controlaban el aparato estatal, transformar la estructura social y el sistema político argentino.
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