jueves, 16 de julio de 2015

ANTECEDENTES Y ORIGENES DE LA SOCIEDAD RURAL ARGENTINA



En estos días, la Sociedad Rural Argentina (SRA) levantará el telón de la 129º Exposición Rural desde su creación el 10 de julio de 1866 [1]. La historia señala que, tras dos deliberaciones ocurridas en el solar de Eustaquio Torres Agüero, la noche del día refrendado pusieron su rúbrica José Martínez de Hoz, Eduardo Olivera [2], Ricardo B. Newton [3], Jorge R. Stegmann, Jorge Temperley, Mariano Casares y otros para fundar la SRA. A partir de entonces, esta entidad surgiría como columna vertebral de una Argentina con marcado sesgo agrícola-ganadero, exportador de materia prima y propulsor de administraciones gubernamentales acordes.
Su lema ha sido “Cultivar el suelo es servir a la patria”, lo que ha traído algunas polémicas como la planteada por Arturo Jauretche, quien en su Zoncera Nº 33 (Manual de Zonceras Argentinas) da por sentado que la SRA únicamente servía a los intereses del llamado mercado internacional, es decir, a aquél regido por la premisa de “comprar a quien nos compra”. Desde 1866 hasta bien entrada la década de 1940, nuestro comprador era Inglaterra –de materias primas-, a quien, como contraparte, le comprábamos las manufacturas y sus derivados obteniendo, de ello, nuestro postergado status de país agro-industrial. Este ha sido, desde siempre, el diseño de la división internacional del trabajo concebido por los anglos.
Consta, que Eduardo Olivera –segundo presidente de la SRA, desde 1870 a 1874-, vino de un viaje por Europa fascinado con la idea de erigir una exposición rural cuando visitó la ciudad inglesa de Birmingham en donde, precisamente, se estaba llevando a cabo una. Por eso, el antecedente inmediato de la SRA es la Exposición Agrícola Rural Argentina celebrada el 15 de abril de 1858 y con la presencia del entonces Gobernador bonaerense Valentín Alsina. Una idea inspirada en un suceso inglés vino a materializarse, en nuestro país, en la antigua residencia San Benito de Palermo que, antaño, perteneciera a Juan Manuel de Rosas. Paradojas de la historia.
En el periódico “Los Debates”, de aquellos días, se leía lo que sigue: “En el reino animal la exposición contenía preciosidades, desde el oscuro gusano de seda encerrado en su capullo hasta el altivo tigre de las selvas, aves domésticas, desde lo pigmeo hasta lo gigantesco, ovejas de finísima lana, la llama, tipo de mansedumbre; el guanaco de las cordilleras nevadas, los cerdos, como se ven en los mercados de Londres, vacas de la más pura raza, caballos de especies diversas, desde el formidable frizón hasta el esbelto caballo árabe”.
En aquella oportunidad, fueron premiados mediante una Medalla de Oro un toro colorado de 2 años y medio propiedad de Jorge Atucha; un toro colorado nacido de vaca y toro Herdforshire que era de Manuel B. Hale; y otros ejemplares más cuyos dueños eran Manuel Aldao y Juan Antonio Escribano.
Para entonces, la Confederación Argentina transitaba irremediablemente de una industria saladeril estrechamente liga a las estructuras de la estancia vieja, a otra más moderna que consistía en la importación y cría de razas vacunas tales como la Hereford, Aberdeen Angus, Tarquino, Herdforshire, etc., etc., agrupadas y organizadas, ahora, en cabañas. A lo dicho, le sumamos la invención y el perfeccionamiento “del sistema de enfriado (chilled beef)” y el auge de los primeros frigoríficos.
Así, el primero de estos establecimientos que existió en nuestro país databa de 1883, levantado en la ciudad de Campana, provincia de Buenos Aires, “de donde salieron los envíos regulares de carne argentina a Inglaterra, principal cliente de los frigoríficos argentinos”. [4] Se llamaba The River Plate Fresh Meat Co. Ltd. Un año más tarde, en 1884, se levantó el segundo frigorífico, llamado La Negra y que perteneció a la firma Sansinena.
De este modo, pues, quedaba inaugurado –y robustecido- aquel sistema inventado por el ingeniero Charles Tellier, francés que por 1876 logró patentar una forma para mantener la carne fresca en una cámara a 0 grados mediante “una corriente de aire fresco y enfriado por la evaporación del éter”. Toda esta atmósfera cambiante resultó de particular interés para la consolidación de la Sociedad Rural Argentina, emprendimiento que, sin embargo, ya estuvo en las mentes de los antiguos gobernantes rioplatenses desde que en el año 1814 el Directorio porteño, mandado por Gervasio Posadas, “cedió a las sugerencias de Tomás Javier de Gomensoro, sacerdote de la Capilla del Rosario, en el sentido de fundar una Junta de Amigos del País, la que se ocuparía de “materias de agricultura, cría de ganado y todo lo que tenga relación a éstos””.
No obstante la iniciativa, todo quedó estanco en la firma del decreto que mandaba fundar la Junta de Amigos del País, pues hasta la idea fundante de Eduardo Olivera en 1865, nada se hizo al respecto.
Por último, esbozaremos algunas referencias de aquella Primera Exposición Rural de 1875, llevada a cabo “en un baldío de un cuarto de manzana que entonces ocupaba una de las esquinas de Florida y Paraguay”. Dos boleterías se encargaron de vender las 1700 entradas que ese día auguró la muestra, algo insospechado aún para los propios organizadores.
En cuanto a los animales en exhibición, se contaban 66 caballos (entre ejemplares Trakenen, Cleveland-Bay y Sangre Pura de Carrera), 13 vacunos (con mayoría de la raza británica Shorthorn), 74 ovinos (con predominio de Rambouillet y Lincoln) y restantes 75 ejemplares repartidos entre cerdos, cabras, aves y conejos. También hubieron 15 perros, resultando el más aclamado de todos uno de nombre Barry que era de la raza Terranova, pelaje tordillo negro, según las clasificaciones. Otra de las curiosidades, resultó ser una mula manchada blanco y negro traída desde la provincia de Corrientes. Como se ve, esta muestra fue por demás variopinta. [5]
Pese a lo pequeño de la parcela donde se celebró la exposición, la curiosidad de la población pudo más, llegándose al lugar con masividad. Las cuentas arrojaron que pasaron a ver a los animales unas 18 mil personas en un lapso de siete días (finalizó el 18 de abril de 1875). Por eso, el gobierno municipal de Buenos Aires le cedió, a perpetuidad, un terreno de grandes dimensiones en el actual Parque 3 de Febrero, Palermo, donde hubo de conmemorarse la Segunda Exposición Rural en 1878. Allí la SRA plantó bandera y se quedó –hasta ahora- para siempre.
[1] La primera Exposición Rural aconteció en el año 1886. Otras fuentes, abrevan en que la primera exposición sucedió, en verdad, el 11 de abril de 1875 bajo el gobierno de Nicolás Avellaneda.
[2] Eduardo era hijo del ecuatoriano Domingo Olivera, dueño de la Ea. “Los Remedios”, construida en 1838 y que en la actualidad se ubica en el Parque Avellaneda de Buenos Aires. Unitario, don Domingo fue amigo de Rosas, quien durante su gobernación dejó por escrito que “a su amigo nadie debe molestarlo”, según me confesó un despensero de años de la zona.
[3] Introductor del alambrado en nuestro país.
[4] “Argentina” Nº 8, Año I – Noviembre, 1969, publicación de la Secretaría de Estado de Difusión y Turismo de la República Argentina.
[5] Molinari, Ricardo Luis. “Biografía de la Pampa. 4 siglos de historia del campo argentino”, Editorial Gaglianone, 1987.

IMAGEN : Exposición Rural del año 1875.

Por Gabriel O. Turone


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