El fileteado porteño es un arte decorativo y popular nacido
a principios del siglo XX en la ciudad de Buenos Aires.
Tuvo su origen en las fábricas de carros, donde los primeros
pintores, crearon un estilo que desafortunadamente no fue documentado en sus
inicios ni tampoco en su posterior desarrollo. Por ello, la historia del
fileteado que poseemos está basada en la recopilación de testimonios de los
maestros de este oficio. Al igual que en el tango, no hay un primer artista ni
una fecha exacta que permitan determinar con exactitud el inicio de esta
práctica, mas los testimonios coinciden en que fueron tres inmigrantes italianos
los que desarrollaron casi contemporáneamente el filete al inicio del
novecientos: Cecilio Pascarella, Vicente Brunetti y Salvador Venturo, quienes
posteriormente tuvieron como primeros continuadores a sus propios hijos.
Según
Alfredo Brunetti, fue su padre don Vicente quien inició este oficio cuando
aplicó un color intenso sobre el color gris municipal que caracterizaba los
carros porteños. Miguel Venturo, hijo de Salvador, fue quien incorporó la
mayoría de los motivos que conforman el repertorio típico del fileteado.
Flores, volutas, hojas de acanto, cintas argentinas, bolitas y líneas muy
estilizadas se van combinando con escenas y frases. Otras características del
fileteado son los colores vivos que se utilizan, los contrastes que generan una
falsa sensación de volumen, la sobrecarga del espacio, la simetría y la
conceptualización simbólica de elementos.
La ornamentación remitía mayormente al estilo neoclásico o gruttesco,
que era copiada de diferentes elementos decorativos de la época, como rejas,
frentes arquitectónicos, vidrios decorativos, etc y esto se evidencia en el
recurrente uso de la espiral. Los temas preferidos eran retratos de iconos
populares, (Carlos Gardel y la
Virgen de Luján) paisajes de campo, y frases acuñadas por la
sabiduría popular, que alguna vez Jorge Luis Borges supo definir acertadamente
como "costados sentenciosos". Consecuencia de ello es que el
fileteado se realizaba no solamente con fines estéticos, sino también como
manifestación de los valores socioculturales del hombre de Buenos Aires.
Posteriormente el fileteado adaptó sus formas a los camiones
y a los colectivos (autobuses urbanos), pero este colorido pasó inadvertido
para la gran mayoría de los porteños. Por otra parte, el fileteado nunca fue
valorado entre teóricos y críticos de arte, y la primera exposición que se hizo
de esta disciplina tuvo lugar recién en 1970, gracias a una paciente
recopilación de trabajos hechos por Nicolás Rubió y Esther Barugel.
Sin embargo, poco después, comienza la desaparición del fileteado en los
vehículos debido principalmente a una ley nacional de 1975 que prohibía
filetear los colectivos en el ámbito de la ciudad de Buenos Aires. (ordenanza
SETOP nº 1606/75)
A partir de ese momento, algunos fileteadores comenzaron a
pintar carteles, vitrinas y objetos con lo cual el fileteado se desprendió del
soporte original, los vehículos, adquiriendo una nueva e impensada autonomía.
En los últimos años, el fileteado se ha convertido en la
imágen característica de Buenos Aires, y de la Argentina por extensión,
constituyendo un producto cultural de fuerte identidad local, como el tango.
Hoy en día, puede ser fácilmente reconocible en aplicaciones tales como el
diseño gráfico, publicidad, indumentaria, bodypainting y tattoo.
Fuentes
Esther Barugel y Nicolás Rubió, 1994 , "Los
maestros fileteadores de Buenos Aires" , Buenos Aires , Fondo
Nacional de las Artes.
Norberto P. Cirio , 1996, "El Filete Porteño:
bibliografía crítica y definición conceptual" en Segundas jornadas
estudios de investigaciones en artes visuales y música , Instituto J. E.
Payró, Universidad de Buenos Aires.
Alfredo Genovese, 2003, “Tratado de
fileteado porteño”, Buenos Aires, Grupo Ediciones Porteñas.
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