La
geografía determinó que el Riachuelo fuera el puerto natural de Buenos Aires.
Hace más de dos siglos no desembocaba donde lo hace ahora, sino más cerca de la
Plaza de Mayo. Es que se trata de barros, tierras móviles (lo que en inglés se
llama wetland), donde la geografía cambia, y es complicado que algo sea
permanente.
Resulta
hoy llamativo recordar que se llegó a imaginar al Riachuelo, no sólo como sede
del puerto de la ciudad, sino también como un bello paseo al estilo de los ríos
de las ciudades europeas. La historiadora urbana Graciela Silvestre descubrió
varios proyectos que proponían una especie de canal, de paseo, que uniera la
zona que hoy es de Puerto Madero, con el Riachuelo y se cerrara por el
Maldonado. ¿Imaginan una Buenos Aires transitada por ríos amigables?
Se pensó
en el Riachuelo como paseo turístico, es cierto, pero también en eje de
actividades industriales, porque los saladeros ya estaban del lado de la actual
provincia de Buenos Aires. Aquel Riachuelo no dividía como divide ahora, que es
casi como una frontera infranqueable entre Provincia y Capital. Ir de un lado
al otro era algo cotidiano y hasta natural: se vivía de un lado, se trabajaba
del otro.
La
orilla provincial fue el lugar preferido para poner industrias, desde mediados
del siglo XIX (las industrias cárnicas, por ejemplo). Los controles eran muy
vagos, y el Riachuelo terminó siendo un depósito de desechos industriales. Ahí
se observa el inicio de un devenir que llevó a un presente sombrío pero que,
gracias al interés de la Corte Suprema y al compromiso de los gobiernos de la
Cuenca, puede estar en vías de reversión.
Por
Diego Valenzuela
*Periodista
e historiador / @dievalen
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