Nació en Buenos Aires, el 16 de Marzo de 1773, siendo sus
padres el teniente coronel de Blandengues, Francisco Balcarce o Balcarcel
–natural de Barcelona- y María Victoria Martínez Fontes. Fue el
mayor de una familia de militares, habiendo nacido sus hermanos que siguieron
su vocación en las fechas siguientes: Antonio González, el 13 de Junio de 1774;
Marcos, el 25 de Abril de 1777; Francisco, el 9 de Noviembre de 1778; José
Patricio, el 16 de Julio de 1779 y Diego, el 13 de Noviembre de 1784.
Ingresó en el Regimiento de Blandengues de la Frontera , el 2 de Octubre
de 1789, ascendiendo a alférez en 1793 y a teniente en 1799. Revistando
en esta unidad, participó en 1801 en la campaña realizada por Sobremonte contra
los portugueses que habían ocupado las Misiones Orientales.
En 1805 con el grado de ayudante mayor, fue transferido a la Comandancia General
de Armas de Tucumán donde se hallaba cuando los ingleses desembarcaron en la
playa de los Quilmes. Quiso regresar de inmediato a Buenos Aires no
consiguiendo permiso para hacerlo, dirigiéndose a Córdoba donde tuvo noticias
de la Reconquista.
Colaboró en la Defensa
(5 y 6 de Julio de 1807) al lado de Liniers que lo designó su ayudante.
Por Real Orden del 9 de Febrero de 1808 y en mérito a los relevantes
servicios prestados al Rey, recibió el nombramiento de capitán de Caballería y
el 8 de Noviembre siguiente el de sargento mayor del 1. Escuadrón de
Húsares.
Activo conspirador en las reuniones previas al
pronunciamiento de Mayo, ajustó su conducta a lo que hacían su jefe directo
Martín Rodríguez y Saavedra, votando en el “Cabildo Abierto” del 22 de Mayo en
contra de Cisneros. Formada la
Junta presidida por el virrey, fue uno de los jefes que más
se opuso a ello, firmando el petitorio que se remitió al Cabildo y que puso fin
a las diferencias.
Establecido el Primer Gobierno Patrio, como gozaba de la
confianza del presidente Saavedra, éste le encomendó dos tareas de gran responsabilidad:
la primera, consistente en embarcar para Europa a Cisneros y a varios
ex-funcionarios que dejando de lado el juramento hecho tomaron contacto con el
gobierno instalado en Cádiz; la segunda, fue aún más trascendente pues se trató
nada menos que de ejecutar a Liniers y a los rebeldes cordobeses. Ambas
misiones encomendadas a Balcarce fueron cumplidas fielmente.
La presencia de Balcarce en las dos contingencias, respondió
al deseo de Saavedra de que no se cometieran arbitrariedades y se desvirtuara
lo resuelto por el gobierno. Tal vez convenga recordar, que Moreno
propuso “cortarles la cabeza” a los funcionarios españoles comprendidos en el
decreto de extradición y que Castelli luego del drama del “Monte de los
Papagayos” se retiró tocando a Balcarce dar a los “arcabuceados” en Cruz Alta
cristiana sepultura.
El 5 y 6 de Abril de 1811 como lo testificó el doctor Manuel
Felipe de Molina, apoyó a los sediciosos. Reorganizada la Junta Grande , se lo
destinó al Alto Perú junto con el teniente coronel de Patricios Juan Antonio
Pereyra, con la misión de conversar con los oficiales de las unidades para
apaciguarlos y encauzarlos en la disciplina. Partió hacia el norte y al
llegar a Tucumán tuvo conocimiento del desastre de Huaqui y de la retirada
general de las fuerzas hacia el Sur, desistiendo de cumplir con la misión
encomendada trasladándose a Salta.
Incorporado posteriormente al Ejército, en Nazareno recibió
los restos de su hermano Francisco, muerto heroicamente a orillas del Río
Suipacha, mientras se batía al frente de una compañía de Dragones.
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