De los tres años subsiguientes a la Fundación, recordemos
aquella generosa promesa de gobernante que cumplió con creces: "- He de
extender un kilómetro de vía férrea por cada día de mi gobierno". También
estableció el telégrafo, levantó edificios de impecable arquitectura ecléctica,
planeo caminos, difundió escuelas, fomentó la agricultura y la ganadería. A
propósito de este aspecto de su obra: ... "sacando del abandono en que se
encontraban las tierras de Santa Catalina, fundó en ellas una Escuela de
Agronomía y un aras en la Provincia, que fueron el inicio de la Facultad de
Agronomía de la Universidad Nacional de La Plata" (Honorio Senté "De
lo nuestro").
Con su clara inteligencia, entusiasmo y energía de patriota
de ley de la manera de los hombres de Mayo, el Dr. Rocha creó la Universidad,
siendo su primer rector, aprovechó el mapa de aguas semisurgente para proveer a
las ciudades de agua potable, inició estudios de canalización, niveló grandes
extensiones de territorio bonaerense, levantó el primer Censo Provincial, etc.
El noble gobernante de Buenos Aires, estadista, candidato
popular que el país necesitaba auspiciar para ser Presidente de la Nación,
estaba a la vista, pero puesto frente a varios ciudadanos igualmente
prestigiosos para el mismo cargo, tuvo que retirarse con ellos ante la
imposición del candidato oficial: Miguel Juárez Celman, que avalaba el
Presidente Roca. A quien el Dr. Rocha demostró su capacidad para llevar a cabo
empresas verdaderamente épicas y por ende para llegar al tan preciado Sillón de
Rivadavia. Por esto Roca sostuvo que el Fundador: "era un gran Señor,
tenía energías pero las necesidades políticas decretaron su decapitación"...
(Felix Luna "Soy Roca")
Pero esas energías no cesaron, ya que en el Senado de la
Nación el Dr. Rocha aconsejó la aceptación de la renuncia del Presidente Juárez
Celman durante los sucesos revolucionarios de 1890, expresando que: "- Se
puede hacer Presidentes, se puede improvisar gobiernos, pero no se puede
gobernar sin opinión y los que así piensan tarde o temprano caen en medio de
las maldiciones de los pueblos oprimidos"...
Cumplido su mandato como Legislador Nacional, con la idea de
alejarse definitivamente de la escena política y retraerse a la paz del hogar,
no pudo ser; ya que gobernantes y ciudadanos reclamaron sus conocimientos,
experiencia, consejos o le encomendaron misiones diplomáticas que nos
prestigiaron ante otras naciones, y para desempeñar funciones en el más alto
Tribunal de Justicia Federal, porque el Dr. Rocha fue un recto magistrado
judicial al haber ocupado el rectorado de la Universidad de Buenos Aires y en
su juventud un apasionado periodista.
Murió como había vivido, con la serenidad de un justo. De su
personalidad civil se desprendían sus virtudes: generoso, afable, cultísimo,
tal es así que recomendó a la gran escultora tucumana Lola Mora para que se
perfeccionara en Italia. Todo lo configuró en el marco de una vida austera y
fecunda.
Cuando nos dejó, también en septiembre del año 1921, contaba
con 83 años, pero Dardo Rocha vuelve siempre a su ciudad año tras año, hecho
espíritu el 19 de noviembre, cuando florecen los tilos platenses, precisamente
para reafirmarnos en nuestra identidad de "SER PLATENSES". Lo que
significa una simbiosis entre la ética y la estética, un orgullo de raigambre
lugareña, porque las fundaciones se afianzan primero en el pensamiento y en el
corazón de quienes la habitan y está en nuestro compromiso de por vida de
mejorar su presente, rememorar su pasado y vislumbrar su futuro, para que siga
siendo la acrópolis, la colina sagrada...
María Cristina Pozzuoli de Musmano
Colaboración: Federico Denappole
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