sábado, 8 de diciembre de 2012

Luis Beltran - parte 2

Llegado a Mendoza, Beltrán bien pronto se incorporó al ejército que alistaba febrilmente San Martín en el campamento de El Plumerillo, con el fin de realizar la colosal empresa que debía afianzar la independencia argentina, y emancipar Chile y el Perú de la dominación española. Capellán del Ejército de los Andes, Beltrán no tardaría en trocar el evangelio y la cruz por la espada, siendo nombrado el 1º de marzo de 1815, teniente 2º del 3er Batallón de Artillería. Casi al mismo tiempo se hacía cargo de la maestranza de aquel Ejército, pues el General en Jefe de éste, con su visión de águila, adivinó excepcionales méritos en el sacerdote soldado; le encomendó el montaje del Parque y Maestranza, llegando a disponer de 700 hombres en sus talleres, y allí se preparaba desde las piedras de chispa para los fusiles, herrajes para los caballos y hasta el calzado para la tropa.

Dice Mitre: “Al soplo del padre Beltrán, se encendieron las fraguas y se fundieron como cera los metales que modeló en artefactos de guerra. Como un Vulcano vestido con hábitos talares, él forjó las armas de la revolución. En medio del ruido de los martillos que golpeaban sobre siete yunques y de las limas y sierras que chirriaban, dirigiendo a la vez 300 trabajadores, a cada uno de los cuales enseñaba su oficio, su voz casi se extinguió al esforzarla, y quedó ronco hasta el fin de sus días. Fundió cañones, balas y granadas, empleando el metal de las campanas que descolgaba de las torres por medio de aparatos ingeniosos inventados por él. Construía cureñas, cartuchos, pertrechos de guerra, mochilas, caramañolas, monturas y zapatos; forjaba herraduras para las bestias y bayonetas para los soldados; recomponía fusiles y con las manos ennegrecidas por la pólvora, dibujaba sobre la pared del taller, con el carbón de la fragua, las máquinas de su invención con que el Ejército de los Andes debía transmontar la Cordillera y llevar la libertad a la América”.

Frecuentemente se le veía pasear vestido de uniforme en un excelente caballo chileno, y a veces acompañaba al general San Martín en sus paseos; otras, andaba solo, pues se había hecho ya entonces algo reconcentrado y taciturno. Realizaba incursiones para obtener salitre y azufre y hasta se trasladó a San Juan una vez, donde le habían informado sobre la existencia de una mina de plomo.

El 31 de mayo de 1816 fue ascendido por San Martín a teniente 1º con grado de capitán; y en el memorable pasaje de los Andes por el ejército de San Martín, Beltrán condujo el parque, maestranza, obreros y pasó rodando siete cañones y dos obuses, los que condujo hasta la misma ciudad de Santiago de Chile.

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