Tenía 77 años. Ayer a la madrugada falleció por un problema cardíaco. De origen sindical, fue un protagonista de la derrota ante Alfonsín en 1983.
Penúltimo caudillo vandorista en sentido estricto —aún queda en Lanús Manuel Quindimil—, Herminio Iglesias, ex intendente de Avellaneda, hombre fuerte del peronismo bonaerense en la post dictadura y símbolo consagrado de la derrota electoral de 1983, murió en la madrugada de ayer a los 77 años, víctima de una descompensación cardíaca y renal mientras estaba internado en el Instituto Cardiovascular de la Fundación Favaloro.
Hacía ya muchos años que su estrella política se había apagado hasta el punto de convertirlo en un personaje olvidado o, en el mejor de los casos, recordado para la burla por algunas de sus frases construidas con un castellano poco ortodoxo, como aquella del "conmigo o sinmigo", o la de la promesa de trabajo "las 24 horas del día y de la noche también".
Antes, se lo había convertido en la encarnación individual de las culpas por las que el peronismo, contra buena parte de los pronósticos, resultó derrotado en las elecciones de octubre de 1983 por el radicalismo que lideraba Raúl Alfonsín.
Fue la consecuencia de su actitud en el gigantesco acto de cierre de campaña, frente al Obelisco, cuando incendió una réplica de cajón mortuorio con los colores y la sigla de la UCR. Aunque, después de los años del terror de Estado de la dictadura, en el resultado electoral pareció mucho más determinante que una acción individual un perfil general del PJ hegemonizado por una dirigencia sindical fuertemente sospechada por sus contactos con el régimen militar, y la memoria de la violencia interna del peronismo anterior al golpe de 1976.
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