Por primera vez desde la restauración democrática, en 1999 ganó las elecciones presidenciales una lista de coalición: la Alianza, cuyo candidato a presidente era el radical Fernando de la Rúa, y su compañero, el frepasista Carlos “Chacho” Álvarez. Una vez definida la fórmula de la Rúa-Álvarez, se proyecta el papel de éste:
El candidato a vicepresidente conserva un perfil bajo. Su tarea es sostener en la Alianza una imagen progresista en el campo social y ligada a la lucha contra la corrupción en el campo político. (…) Álvarez deviene una pieza clave, no sólo porque es el jefe de una de las dos fuerzas que integran la coalición, sino porque la fórmula debe reflejar un equilibrio en la construcción de la Alianza.
Por lo tanto diseñar el lugar de Carlos Álvarez no es un tema menor, puesto que requiere resolver un dilema: lograr que Álvarez sea relevante pero al mismo tiempo que obtenga un perfil incapaz de interferir con el candidato a presidente. (…)
La decisión de ubicar a Álvarez en la presidencia respondió a un conjunto de varias circunstancias. De parte de la ucr, tanto De la Rúa como Alfonsín lo reclamaban dado que Chacho significaba la garantía de continuidad de la Alianza.
Era el único dirigente frepasista en condiciones de presidir un Senado con mayoría peronista hasta el 2001. Por otra parte, Álvarez completaba una fórmula cuya cabeza era un candidato con fuerte imagen radical. (…) A cambio de aceptar ese lugar en la fórmula, el candidato radical no mezquinó futuros espacios de poder. (…) De la Rúa no considera adecuado que Álvarez quede encorsetado como una figura secundaria, es decir, como un compañero de ruta en la carrera presidencial. Pretende que asuma protagonismo, aunque bajo el paraguas de su conducción política (Ollier, 2001: 148-149).
Tras la victoria en las elecciones comenzó a concretarse en el seno de la Alianza el conjunto de tareas de las que se ocuparía Álvarez en el marco del Poder Ejecutivo.
Su principal área de actuación sería la lucha contra la corrupción y la reforma política, especialmente en lo relacionado a su financiamiento y los procesos de selección de dirigentes.
Ya en el poder, el primer gesto de de la Rúa fue asignar al vicepresidente el mismo despacho que había tenido Ruckauf en la Casa Rosada25. Desde allí, Álvarez comenzó pronto sus reuniones con ONGs, politólogos y especialistas de diversas áreas para poner en marcha el programa de Auditoría Ciudadana de la Calidad Institucional, un sistema que permitiría “descubrir las fallas del sistema de representación política”. Además, Álvarez participaba invariablemente de las reuniones de gabinete, además de presidirlas cuando de la Rúa se ausentaba.
Ya en el poder, el primer gesto de de la Rúa fue asignar al vicepresidente el mismo despacho que había tenido Ruckauf en la Casa Rosada25. Desde allí, Álvarez comenzó pronto sus reuniones con ONGs, politólogos y especialistas de diversas áreas para poner en marcha el programa de Auditoría Ciudadana de la Calidad Institucional, un sistema que permitiría “descubrir las fallas del sistema de representación política”. Además, Álvarez participaba invariablemente de las reuniones de gabinete, además de presidirlas cuando de la Rúa se ausentaba.
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