En cuanto a la protección que le dispensó fue bien escasa, y en algunos momentos del todo perjudicial.
Hay, en efecto, también en el Archivo General de
Esa carta nos revela que Moreno se había interesado por el donativo de cierto Atlas, pero su dueño, José María Romero, no lo tenía ya cuando él lo pidió y ofreció otros libros, que Moreno rechazó desabridamente, ofendiendo al generoso ofertante.
Si Moreno hubiera sido el fundador de
El poco entusiasmo de Moreno por
Y no se diga que fuera imposible andar más rápidamente.
También
Veinte días más tarde -12 de setiembre-, se realiza, en efecto, la solemne inauguración y pronuncia el discurso de apertura el propio Belgrano y lo sigue en la palabra Felipe Sentenach, el cual elogia “las virtudes y patriotismo que adornan al ilustre Mecenas, quien protege a
Esta alusión a Belgrano revela que la protección dispensada era efectiva y se traducía en acción y en dinero de su bolsillo. Si Belgrano fue tan diligente Protector de
¿Y por qué se dice que Moreno fundó
En las listas de donaciones encontramos una del famoso y maltratado obispo Lué, que entrega 500 pesos fuertes, y otra de José Martínez de Hoz, que da tres onzas de oro junto con una preciosa y valiosísima “Geografía Universal”, de Blaeu, en 10 gruesas “in folio” con admirables grabados.
Pero los hermanos Moreno, ni libros, ni dinero. Cuando pocos meses después Mariano Moreno se embarcó para Europa, llevándose la representación diplomática del país, y 20.000 pesos fuertes en el bolsillo, amén de un sueldo fabuloso para la época (8.000 duros al año) pudo acordarse de “su fundación”, y dejarle algún dinero, mas no se acordó.
De esto se deduce lógicamente, que si a Mariano Moreno no le interesaba aquella criatura, es porque no era su padre.
¿Cómo contrasta su actitud con la de San Martín y la de Belgrano!
Después de la batalla de Chacabuco, el Cabildo de Santiago de Chile, en nombre de la nación que acababa de libertar, envía a San Martín 10.000 pesos fuertes en onzas de oro. El mensajero lo alcanza en plena cordillera, camino de Mendoza. El general agradece el obsequio y lo devuelve destinándolo íntegramente a la fundación de una biblioteca pública en la capital de Chile.
Veamos a Belgrano. Cuando después de la batalla de Salta el gobierno argentino obsequió al general Belgrano la suma de 40.000 pesos fuertes, el gran hombre procede en la misma forma, y con generosidad y sin discursos, rehusa el enorme donativo, destinándolo íntegramente para fundar cuatro escuelas, cuya reglamentación él mismo redacta.
¡Qué alaridos triunfales no lanzarían los panegiristas de Moreno, que han hecho tanto ruido alrededor de hazañas insustanciales, si pudieran referir de su héroe algo como esto!
Pero no hay en toda la historia argentina ejemplo de fortuna más parsimoniosamente administrada que la de Mariano Moreno.
Mariano Moreno no podía afirmar haber costeado ni un ladrillo de la casa que ha venido a ser, por obra de la historia dirigida, parte principalísima de su pedestal.
No le dedicó su dinero, dirán sus devotos, pero le consagró sus afanes y su tiempo. ¡Tampoco eso!
Este fue otro de los motivos que nos infiltró la duda acerca de la veracidad de nuestra historia oficial, que es historia dirigida. La displicencia de Moreno hacia
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