Las tropas dirigidas por Belgrano habían combatido más con prepotencia de victoria que con recursos para alcanzarla: habían protagonizado numerosos actos de valor para expulsar a una armada colonialista que los doblaba en combatientes y piezas de artillería. Pero fueron derrotados. Los realistas se encarnizaron con Del Valle: fue sometida a nueve días de azotes públicos. Una medida ejemplificadora: la saña sólo se explica como una decisión de sus captores para que su actitud no cundiera: a las mujeres les estaba vedado el arte de la guerra; a las negras, el espíritu de la heroicidad. Pudo escapar y regresó a las escuadras belgranenses.
Continuó empañando las armas y ayudando a los heridos en los hospitales de campaña. Nunca perdió el mote de “Madre de
El 20 de junio de 1820 murió en Buenos Aires: había empeñado un reloj para pagarle al médico que lo atendía, tal era su grado de pobreza. Sólo un diario, El Despertador Teofilantrópico, consignó la noticia de su fallecimiento. A nadie más le importó. Del Valle lo recordaría siempre y, relegada por las autoridades porteñas al olvido, se lamentaría de la pobreza en que había muerto su general. Mientras tanto, ella vivía una miseria aún peor.
“¡Pero si es la madre de
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