
Después de la “Crisis del ‘30”, que había comenzado a fines del 1929, el mundo atravesó una etapa de creciente proteccionismo y caída del comercio internacional. Ninguna Nación quería arriesgarse a contraer en su economía el “virus de la depresión”.
En ese contexto, Gran Bretaña selló, en agosto de 1932, un acuerdo (Pacto de Ottawa) con sus colonias y ex colonias, miembros del Commonwealth, para abastecerse recíprocamente. Así, Canadá, Australia y Nueva Zelanda pasaban a ocupar el lugar de fuente de materias primas agroganaderas que pertenecía a la Argentina.
Ante esta situación, que ponía en peligro los intereses particulares de los sectores dominantes argentinos y a todo el modelo agroexportador impulsado por
Ningún periódico podía maquillar toda esta situación. Ni siquiera el propio vicepresidente lograba hacerlo. Mientras “Crítica” destacaba que “Exportaremos más carne y se hará el empréstito”, Roca se sinceraba en “El Mundo”: “Aspiramos simplemente a que Inglaterra no reduzca nuestras importaciones”.
Algo también se filtraba cuando los diarios locales reproducían las páginas de los periódicos británicos. El "Daily Telegraph" afirmaba: “Para Argentina, el acuerdo significa una elección deliberada y una forma de continuar y reforzar las íntimas y amplias relaciones que financiera y comercialmente sostiene con Gran Bretaña”. Relaciones carnales que le dicen.
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