Otro legado de la época en la que la oligarquía argentina se jactaba de vivir en "la París de Sudamérica" fue justamente el monumento donado por Francia, y que está en Recoleta, acaso el barrio más "afrancesado". Dos figuras femeninas que representan a ambos países son acompañadas por un genio alado, "La Gloria", que de modo simbólico las conduce a la posteridad.
Mirando hacia el río y como parte del parque de la Casa de Gobierno se encuentra otro de los grandes obsequios que llegaron para el Centenario. Integramente realizado en mármol de carrara por el artista florentino Arnaldo Zocchi, un Cristóbal Colón de 6 metros y 38 toneladas fue el presente que envió al granero del mundo la colectividad italiana. Conserva las huellas de los proyectiles disparados durante el bombardeo a la Plaza de Mayo de 1955, en el que aviones de la Marina intentaron desalojar al presidente Juan Domingo Perón. La Ciudad de Roma hizo su propio obsequio: una escultura conocida como "Loba romana" o "Loba capitalina", que encargó al artista argentino Gonzalo Leguizamón Pondal y que fue emplazada en el parque Lezama y volvió a ser noticia en 2007, cuando las figuras en bronce de Rómulo y Remo fueron robadas. Sólo quedó la loba.
De Alemania llegó el Monumento "A la Riqueza Agropecuaria Argentina", que resultó ganador de un concurso en Berlín y que tuvo la particularidad de haber sido realizado en mármol griego, lo que le otorga un aspecto distinto, con un tinte amarillo y reflejos dorados.
Un tanto más extraña fue la donación del Imperio Austro-Húngaro -que desapareció sólo ocho años después, tras la Primera Guerra Mundial- y que hoy habita el Jardín Botánico: una columna meteorológica. Cien años atrás, esta monarquía que constituía el segundo país más grande de Europa, mandó un barco de su flota real, la nave de guerra "Emperador Carlos VI", para participar del desfile en honor al Centenario. Allí llegó también la piedra fundamental para una columna "que tendría por objeto predecir al pueblo argentino siempre el mayor bienestar". Con un diseño que lejos estaba de resultar simple, esta estructura de 7 metros contenía todos los elementos para medir el clima: barógrafo, barómetro, hidrómetro, higrómetro, psicrómetro, termógrafo, termómetro y otro termómetro más, sólo para indicar la temperatura máxima y mínima. En la parte superior, funcionaban ocho relojes con la hora de Buenos Aires, Viena, Madrid, Nueva York, Roma, Tokio, París y Londres. Arriba de todo, una gran esfera de hierro, representaba al zodíaco, con el planeta Tierra y las constelaciones. Tiempo después, los instrumentos meteorólogicos y los relojes fueron robados. Pero a fin del año pasado, con motivo del Bicentenario, los gobiernos de Austria y Hungría empezaron a restaurar la fachada externa junto a la Dirección de Monumentos y Obras de Arte porteña.
Estados Unidos resolvió de modo mucho más sencillo la elección del presente de cumpleaños para Argentina. Envió un monumento a su prócer George Washington, vestido con ropa de época, que el Gobierno nacional no dudó en colocar a metros de su embajada.
La República Siria nos homenajeó con una estatua que representa la presencia de su colectividad en el país, ubicada en la plaza frente al Correo Central. Pero para sorprender y causar impacto, los que llegaron más lejos fueron los suizos: diseñaron una estatua con dos figuras femeninas (representando la hermandad entre Suiza y la Argentina) sentadas sobre una esfera que simboliza al mundo. Recostadas, y tomadas de las manos, ambas mujeres se funden, por los siglos de los siglos, en un romántico beso en la boca.
http://www.clarin.com
Mirando hacia el río y como parte del parque de la Casa de Gobierno se encuentra otro de los grandes obsequios que llegaron para el Centenario. Integramente realizado en mármol de carrara por el artista florentino Arnaldo Zocchi, un Cristóbal Colón de 6 metros y 38 toneladas fue el presente que envió al granero del mundo la colectividad italiana. Conserva las huellas de los proyectiles disparados durante el bombardeo a la Plaza de Mayo de 1955, en el que aviones de la Marina intentaron desalojar al presidente Juan Domingo Perón. La Ciudad de Roma hizo su propio obsequio: una escultura conocida como "Loba romana" o "Loba capitalina", que encargó al artista argentino Gonzalo Leguizamón Pondal y que fue emplazada en el parque Lezama y volvió a ser noticia en 2007, cuando las figuras en bronce de Rómulo y Remo fueron robadas. Sólo quedó la loba.
De Alemania llegó el Monumento "A la Riqueza Agropecuaria Argentina", que resultó ganador de un concurso en Berlín y que tuvo la particularidad de haber sido realizado en mármol griego, lo que le otorga un aspecto distinto, con un tinte amarillo y reflejos dorados.
Un tanto más extraña fue la donación del Imperio Austro-Húngaro -que desapareció sólo ocho años después, tras la Primera Guerra Mundial- y que hoy habita el Jardín Botánico: una columna meteorológica. Cien años atrás, esta monarquía que constituía el segundo país más grande de Europa, mandó un barco de su flota real, la nave de guerra "Emperador Carlos VI", para participar del desfile en honor al Centenario. Allí llegó también la piedra fundamental para una columna "que tendría por objeto predecir al pueblo argentino siempre el mayor bienestar". Con un diseño que lejos estaba de resultar simple, esta estructura de 7 metros contenía todos los elementos para medir el clima: barógrafo, barómetro, hidrómetro, higrómetro, psicrómetro, termógrafo, termómetro y otro termómetro más, sólo para indicar la temperatura máxima y mínima. En la parte superior, funcionaban ocho relojes con la hora de Buenos Aires, Viena, Madrid, Nueva York, Roma, Tokio, París y Londres. Arriba de todo, una gran esfera de hierro, representaba al zodíaco, con el planeta Tierra y las constelaciones. Tiempo después, los instrumentos meteorólogicos y los relojes fueron robados. Pero a fin del año pasado, con motivo del Bicentenario, los gobiernos de Austria y Hungría empezaron a restaurar la fachada externa junto a la Dirección de Monumentos y Obras de Arte porteña.
Estados Unidos resolvió de modo mucho más sencillo la elección del presente de cumpleaños para Argentina. Envió un monumento a su prócer George Washington, vestido con ropa de época, que el Gobierno nacional no dudó en colocar a metros de su embajada.
La República Siria nos homenajeó con una estatua que representa la presencia de su colectividad en el país, ubicada en la plaza frente al Correo Central. Pero para sorprender y causar impacto, los que llegaron más lejos fueron los suizos: diseñaron una estatua con dos figuras femeninas (representando la hermandad entre Suiza y la Argentina) sentadas sobre una esfera que simboliza al mundo. Recostadas, y tomadas de las manos, ambas mujeres se funden, por los siglos de los siglos, en un romántico beso en la boca.
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Muy interesante este tema. Varios de esos monumentos están en Recoleta. Una lástima que este año no haya regalos de ese nivel...
ResponderBorrarEs verdad, creo que el mundo esta bastante cambiado a lo que era hace 100 años y nosotros tambien
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