lunes, 30 de diciembre de 2013

Sarmiento y El Mosquito



Sarmiento fue satirizado por El Mosquito una y otra vez. La burla era constante. Esta caricatura es imperdible! Es de junio de 1878.

Mitad desnudo, mitad con charreteras de militar (permanente ironía sobre su afición por aparecer con uniforme), hace referencia a los esfuerzos de Sarmiento por ser nombrado General de la Nación.

Las charreteras llevan las inscripción YO, en referencia al mote de DON YO. La cartera con inscripción SUELDOS hace referencia a los haberes que percibía del estado.

El agua cae desde desde la cara de periodistas, uno de ellos Stein el editor de El Mosquito. Sarmiento se protege con dos paraguas-diarios, uno El Nacional y el otro Tribuna. Una referencia a la prensa facciosa de aquel tiempo y a los órganos que lo defendían.


Diego Valenzuela

Periodista e historiador. Autor de cuatro libros; el último "Belgrano. La revolucion de las ideas". En política por vocación.

El Familiar




Según se dice, el Familiar es el demonio mismo, y por lo general se lo ha visto o se tiene conocimiento cabal de él en zonas de grandes establecimientos fabriles o ingenios.
Es comentado que los dueños de estas fábricas, realizan un contrato con el Diablo por el cual éste puede comerse unos cuantos peones para que la industria tenga un año próspero.
Mucha gente asegura que el familiar, la mayoría de las veces con forma de gigantesco perro negro sin cabeza y que arrastra una pesada cadena, se pasea por las noches en medio de los cañaverales a la espera del que será su próxima víctima.
En otras provincias se dice que el Familiar tiene también forma de víbora negra y con pelos o tal vez de persona.
Como a la mayoría de estos seres, la forma de contrarrestar su ataque es con un rosario, una cruz, mucha valentía o Fe.



sábado, 28 de diciembre de 2013

Ensanche de la Capital Federal - 1888


Se establecieron los limites entre Capital y Provincia luego de la federalización de BsAs en 1880. Acá proyectan el límite, que décadas más tarde sería la Gral Paz. Partes de Provincia pasan a ser Capital, y viceversa. Observen el antiguo municipio de Buenos Aires, y fuera de él solo dos poblados: Flores y Belgrano, el resto... chacras. Los actuales Avellaneda y Lanus son Barracas al sud, con una zona urbana. San Martín al oeste, protagonista con su población del primer Conurbano. Poco y nada en los actuales Matanza, Tres de febrero, Lomas, Vicente López..

Diego Valenzuela

martes, 24 de diciembre de 2013

El sapo - Parte 3



Del juego:

El jugador irá ubicado para lanzar en el rectángulo comprendido entre: la línea de tres (3) metros, la línea de cuatro (4) metros y las líneas laterales.
El tiempo de tolerancia será marcado por la cantidad de rondas ya jugadas para esa categoría. Perdiendo el derecho a las misma el jugador que se incorpore tarde.
Antes de iniciarse el juego cada jugador tendrá derecho a seis (6) tiros de prueba, antes de iniciar la primera ronda. Lo habilitará el juez correspondiente.
Se lanzará de la línea de tres (3) metros. Si esta se pisa o sobrepasa con el pie, se anula la jugada, perdiendo el derecho del tiro y del puntaje de esa jugada.
Una vez lanzada la ficha es absolutamente prohibido moverla de su sitio, excepto cuando:
a) Esta cambia de cajón en su trayectoria.
b) Es considerada nula por cualquier razón por lo cual el juez la tomará y la arrojará al suelo.
Si un jugador lanza una (1) o mas fichas en el momento que no está habilitado, las fichas serán nulas.
Durante el momento de recuento de fichas los jugadores no podrán pasar la línea de los tres (3) metros hacia el Sapo, salvo autorización del juez.
Si un jugador quedara solo para jugar en un Sapo, no podrá lanzar todas las rondas seguidas, sino que entre ronda y ronda deberá esperar dos (2) minutos, que serán controlados por el juez.
Las fichas que queden sin ingresar en la parte superior del cajón, se dejaran allí hasta finalizar los cinco (5) lanzamientos. Ídem con fichas que caigan al suelo.
En la zona de lanzamiento solo podrá estar el jugador de turno y el juez.
Ninguna persona podrá ubicarse detrás del juego del Sapo.
En una ronda se efectúan cinco (5) lanzamientos por participante y una vez que han lanzado todos los jugadores de la categoría o Sapo, se considera completa la ronda.
Una vez que han finalizado la etapa clasificatoria aquellos que logren clasificar comenzarán de cero puntos a jugar la etapa eliminatoria.
Cada nueva ronda el juez contará las cinco (5) fichas antes de entregarlas en mano al siguiente participante.

Del puntaje:

Las fichas que ingresen por delante, directamente a los cajones serán nulas y arrojadas al suelo por el juez.
Si una ficha ingresa y sale por donde ingresó será nula.
Si alguna ficha rebota en la pared u objeto externo al juego de Sapo y luego fuese acertada será nula.
Se contarán los puntos del orificio por el que ingresó la ficha aunque luego cambie de cajón o caiga al piso, quien la reubicara será el juez.

El juez para recontar fichas se parara de costado al juego de Sapo, retirara primero las fichas que fueron acertadas las para en el borde de los cajones del puntaje correspondiente hasta que se tome nota de las mismas y luego recogerá las fichas que no fueron acertadas.
El juez dirá las anotaciones individualmente de cada tiro que realizó en esa ronda inmediatamente después de que terminó de lanzar, y una vez finalizada la ronda por todos los jugadores dará el puntaje de esa ronda a todos los jugadores.

La mesa de control dará los resultados parciales en las rondas que se estipulen y los resultados finales, luego de haber realizado el correspondiente control.

Si un jugador molestara (intencionalmente o no), a un adversario durante el lanzamiento, el juez podrá determinar un nuevo lanzamiento y si en ambos obtiene puntaje el juez optará por el puntaje mas alto.
Cualquier reclamo sobre una jugada lo hará el participante de turno o el delegado al juez, en el momento que se efectuó la jugada o inmediatamente posterior a ella, perderá el derecho a reclamar pasadas dos (2) rondas de la jugada en cuestión. No podrá reclamar bajo ningún punto de vista ninguna persona del publico.
En caso de empate, se realizara una ronda mas de cinco (5) tiros entre los participantes que empataron únicamente.





El sapo - Parte 2


El reglamento del sapo, en términos generales, dice así 


Definicion y objeto:
Es un juego de puntería (coordinación óculo-manual) que consiste en lanzar y embocar fichas en la boca del Sapo - Vieja o Buchacas y para sumar puntos debe traspasar totalmente la boca de ingreso correspondiente.

De la cancha:
1) La cancha es un rectángulo con las siguientes características:
2) El juego del Sapo va colocado a un (1) metro de distancia de la pared (línea de fondo).
3) Hacia cada lado se traza una línea a dos (2) metros (líneas laterales).
4) Desde el frente del juego, hacia delante se traza una línea a cuatro (4) metros (línea de adelante).
5) Desde el frente del juego (No desde el Sapo), hacia adelante se traza otra línea a los tres (3) metros, (línea de 3 metros o de lanzamiento).
6) Hacia atrás se traza una línea inmediatamente detrás del juego del Sapo.

De los jugadores:
Se juega en forma individual, cada uno utiliza doce (12) fichas por ronda y su turno de lanzamiento en la ronda lo dará el sorteo previo.

De las fichas:
Un juego de fichas esta conformado por doce (12) fichas de bronce y estas serán provistas por el Juez.

Del juez:
El juez será una persona que conozca perfectamente el reglamento.
El juez tiene la responsabilidad de autorizar las fichas con las que se va a jugar el encuentro, controlar y acondicionar el estado de la cancha, como así también alcanzar las fichas al jugador que le corresponda efectuar los lanzamientos.
El juez llevará una planilla de juego en la que se anotará el puntaje de cada ficha acertada por cada participante en la ronda correspondiente y una planilla general.
El publico no puede contar los puntos para hacer control.
Los jueces son las únicas personas que pueden estar dentro de la cancha con el jugador.
Los jueces pueden mantener diálogo referentes al juego, consultas, observaciones, reclamos, etc. exclusivamente con los jugadores.
En situaciones extraordinarias donde se torne difícil o imposible verificar alguna jugada, el juez aplicará su criterio, siendo su decisión inapelable.


lunes, 23 de diciembre de 2013

El Sapo - Parte 1




Este arraigado juego, tan caro a las personas que nacieron en la década del 60 o antes, estuvo difundido tanto en la ciudad como en el campo de una forma notoria. Es un juego con reglas tan simples como entretenidas.

Era común encontrar en las casas, en especial en las galerías o patios estos pequeños "muebles" elaborados de distinta forma y con distintos materiales de acuerdo al poder adquisitivo o al fanatismo del dueño.

Para jugar al sapo se necesita el sapo propiamente dicho (mueble elaborado en madera y metal) que consta de una vieja (cara situada en la pared posterior del juego), sapo (bichito homónimo ubicado en el centro del campo), los molinetes (situados a la izquierda y derecha de la parte anterior del campo) y la rana situada en el centro a la altura de los molinetes.
Se usan para jugar tejos de bronce (los más difundidos), que tienen el peso ideal para ser pulsados. La forma de tomar el tejo para lanzarlo, es recostarlo sobre el costado del dedo mayor (con el pulgar hacia arriba) y sostenido y envuelto por el dedo índice por un lado y el pulgar por otro. Cada orificio tiene un valor distinto, y se suma el total al haber arrojado todos los tejos.


Mirtha Legrand y la Dictadura - 21 Septiembre de 1978

domingo, 22 de diciembre de 2013

El Uturunco


Es un hombre que vendió su alma al Diablo para convertirse en "tigre". Para convertirse en el animal, extiende un cuero de tigre sobre el piso y girando sobre él dice unas palabras mágicas. Posee una gran fuerza y ferocidad y por su inteligencia ataca a los hombres sin que ellos se den cuenta siquiera. Devora todo tipo de animal, por lo general los  más grandes y gordos. Cuando se lo mata recobra su forma humana. Otra forma de romper el encanto o combatirlo es quemando el cuero que le da el poder.



sábado, 21 de diciembre de 2013

Manuel Belgrano y una persistente obsesión por la educación (y por su calidad) - Parte 2

Belgrano va todavía más allá al incluir a las mujeres en el proceso educativo y productivo. Argumenta que son más necesarias escuelas básicas para niñas que una universidad en la capital, que solo “habría aumentado el número de doctores”, en lo que supone una defensa de la educación básica (incluyendo a las niñas) por sobre la universitaria. El 17 de marzo de 1810 el Correo de Comercio publica un artículo clave, titulado “Educación”, en el que Belgrano baja línea sobre sus objetivos: alfabetizar a la población y formar al hombre moral. En él le adjudica a la falta de educación “los horrores que observamos casi sin salir del poblado” y describe que la enseñanza “se halla en un estado tan miserable que casi se podrá asegurar que los Pampas viven mejor”.

Su propuesta es que los Cabildos organizaran escuelas de primeras letras y las dotaran de recursos, con un sueldo de 200 pesos para el docente, la obligatoriedad de la educación y el mandato a los jueces de intervenir para hacer efectivo que los padres manden a sus hijos a clases. La educación debía ser gratis, salvo para “los padres pudientes”. “Nuestros lectores tal vez se fastidiarán con que hablemos tanto de escuelas”, escribe el 21 de Julio de 1810, semanas después de la revolución. Un país nuevo, argumenta, necesita “echar los fundamentos de la prosperidad perpetua” a través de la educación básica. Así, Belgrano trazaba una línea entre educación, trabajo, producción, ciudadanía y Nación. Como vocal de la Primera Junta, promovió la creación de la Academia de Matemáticas; cuando Mariano Moreno fundó la primera Biblioteca Pública, Belgrano donó 149 volúmenes de su propio patrimonio; cuando venció Salta y Tucumán decidió donar premio de 40.000 pesos que le otorgó la Asamblea para construir cuatro escuelas en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero.

Belgrano significa una transición entre la precaria educación colonial, con sus valores y rituales, y una educación independiente y progresista. Se anticipa al debate del siglo XIX que terminará en la ley 1420. Desde el pasado, nos recuerda que estudiar no es transitar la escuela, sino adquirir conocimientos que sirvan para ser ciudadanos integrados a la comunidad.

*Periodista e historiador. Autor de Belgrano, la revolución de las ideas (Sudamericana).
Fragmento de la nota
Por Diego Valenzuela

viernes, 20 de diciembre de 2013

Manuel Belgrano y una persistente obsesión por la educación (y por su calidad) - Parte 1



Trascendió por otras razones (la bandera, la Primera Junta, las batallas), pero en la educación observamos uno de los puntos altos de héroe civil y del estadista que fue. Apuntar a mejorar la educación en las últimas décadas de la colonia era una audacia absoluta, porque se vivía en una sociedad rígida y estamental. El acceso a conocimientos era muy limitado, el rol del Estado era débil y sólo los más ricos podían educar a sus hijos. Hay una magistral descripción de Mariquita Sánchez sobre cómo se educaban los niños en la Buenos Aires virreinal: no había maestros, los alumnos llevaban su silla, el único libro era el catecismo, sólo se aprendía a leer y escribir, algo de aritmética, y las mujeres a coser y bordar.
Belgrano se rebela y plantea la imperiosa necesidad tanto de la educación básica como de la especializada y técnica, orientada al trabajo y a la producción. La Memoria que escribió Belgrano en 1796 es –según Mitre- “un vasto programa de educación pública”. Para Belgrano, el fin último de la educación era el trabajo, que a su vez era la “emancipación de los pobres”. En esa memoria, Belgrano relata su dolor al observar en la misma ciudad “una infinidad de hombres ociosos en donde no se ve otra cosa que la miseria y la desnudez”. Describe “miserables ranchos”, y “criaturas que llegan a la pubertad sin haber ejercido otra cosa que la ociosidad”, el “origen de todos los males de la sociedad”.

La respuesta es escuelas de primeras letras, con “gratuidad, calidad, cantidad”, que propone en “todas las ciudades, villas y lugares” en los que tenga jurisdicción el consulado de comercio. También propone la creación de cinco escuelas: de agricultura; de dibujo (al que considera “el alma de todas las artes”); de hilado de lana; de comercio; y de náutica. Para todas las ramas y niveles, propone el sistema de premios para fomentar la dedicación de niños, jóvenes y adultos en las diferentes tareas. “Jamás me cansaré de recomendar la escuela y el premio; nada se puede conseguir sin éstos”, escribe. Es crucial el rol que le adjudica al premio como estímulo para el logro de resultados en los estudios, e incluso al incentivo más determinante que es el de quedarse afuera por malos resultados: en la escuela de náutica era expulsado quien no aprobaba dos exámenes, y debía repetir el curso quien no superaba un examen. Una forma de meritocracia que apostaba por la calidad educativa y no solo por el permanecer. La mejora del rendimiento es su prioridad.

domingo, 15 de diciembre de 2013

La Mulánima





También llamada Alma-mula, este engendro es una mujer condenada por pecados muy graves en contra del pudor. Galopa por los campos haciendo un ruido metálico  estruendoso - como si arrastrara cadenas -; echa fuego por la boca, los ollares y los ojos y mata a la gente a dentelladas o a patadas. Se la ve sólo de noche y su apariencia es la de una mula envuelta en llamas..
En Tafí del Valle se ha encontrado, en la "Ruta de Birmania" (camino que lleva al Ojo de Agua y que pasa por detrás de la Loma del Pelao), una piedra con una pisada de este animal. 
Se comenta que sólo un hombre con mucha Fe o muy valiente puede escapar de su infalible ataque. Para repelerla o defenderse se debe repetir tres veces "Jesús, María y José".
Algunas personas dicen que el Alma-mula es el Diablo mismo.



lunes, 2 de diciembre de 2013

Los campos de concentración de la “conquista del desierto” - Parte 2


Desde el puerto los vencidos fueron trasladados al campo de concentración montado en la isla Martín García. Desde allí fueron embarcados nuevamente y “depositados” en el Hotel de Inmigrantes, donde la clase dirigente de la época se dispuso a repartirse el botín, según lo cuenta el diario El Nacional que titulaba “Entrega de indios”: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”.
Se había tornado un paseo “francamente divertido” para las damas de la “alta sociedad”, voluntaria y eternamente desocupadas, darse una vueltita los miércoles y los viernes por el Hotel a buscar niños para regalar y mucamas, cocineras y todo tipo de servidumbre para explotar.
En otro articulo, el mismo diario El Nacional describía así la barbarie de las “damas” de “beneficencia”, encargadas de beneficiarse con el reparto de seres humanos como sirvientes, quitándoles sus hijos a las madres y destrozando familias: “La desesperación, el llanto no cesa. Se les quita a las madres sus hijos para en su presencia regalarlos, a pesar de los gritos, los alaridos y las súplicas que hincadas y con los brazos al cielo dirigen las mujeres indias. En aquel marco humano unos se tapan la cara, otros miran resignadamente al suelo, la madre aprieta contra su seno al hijo de sus entrañas, el padre se cruza por delante para defender a su familia”.
Los promotores de la civilización, la tradición, la familia y la propiedad, habiendo despojado a estas gentes de su tradición y sus propiedades, ahora iban por sus familias. A los hombres se los mandaba al norte como mano de obra esclava para trabajar en los obrajes madereros o azucareros.
Dice el Padre Birot, cura de Martín García: “El indio siente muchísimo cuando lo separan de sus hijos, de su mujer; porque en la pampa todos los sentimientos de su corazón están concentrados en la vida de familia.”
Se habían cumplido los objetivos militares, había llegado el momento de la repartija del patrimonio nacional.
La ley de remate público del 3 de diciembre de 1882 otorgó 5.473.033 de hectáreas a los especuladores. Otra ley, la 1552 llamada con el irónico nombre de “derechos posesorios”, adjudicó 820.305 hectáreas a 150 propietarios. La ley de “premios militares” del 5 de septiembre de 1885, entregó a 541 oficiales superiores del Ejército Argentino 4.679.510 hectáreas en las actuales provincias de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut y Tierra del Fuego. La cereza de la torta llegó en 1887: una ley especial del Congreso de la Nación premió al general Roca con otras 15.000 hectáreas.
Si hacemos números, tendremos este balance: La llamada “conquista del desierto” sirvió para que entre 1876 y 1903, es decir, en 27 años, el Estado regalase o vendiese por moneditas 41.787.023 hectáreas a 1.843 terratenientes vinculados estrechamente por lazos económicos y/o familiares a los diferentes gobiernos que se sucedieron en aquel período.
Desde luego, los que pusieron el cuerpo, los soldados, no obtuvieron nada en el reparto. Como se lamentaba uno de ellos, “¡Pobres y buenos milicos! Habían conquistado veinte mil leguas de territorio, y más tarde, cuando esa inmensa riqueza hubo pasado a manos del especulador que la adquirió sin mayor esfuerzo ni trabajo, muchos de ellos no hallaron –siquiera en el estercolero del hospital– rincón mezquino en que exhalar el último aliento de una vida de heroísmo, de abnegación y de verdadero patriotismo.” 3
Los verdaderos dueños de aquellas tierras, de las que fueron salvajemente despojados, recibieron a modo de limosna lo siguiente: Namuncurá y su gente, 6 leguas de tierra. Los caciques Pichihuinca y Trapailaf, 6 leguas. Sayhueque, 12 leguas. En total, 24 leguas de tierra en zonas estériles y aisladas.
Ya nada sería como antes en los territorios “conquistados”; no había que dejar rastros de la presencia de los “salvajes”. Como recuerda Osvaldo Bayer, “Los nombres poéticos que los habitantes originarios pusieron a montañas, lagos y valles fueron cambiados por nombres de generales y de burócratas del gobierno de Buenos Aires. Uno de los lagos más hermosos de la Patagonia que llevaba el nombre en tehuelche de ‘el ojo de Dios’ fue reemplazado por el Gutiérrez, un burócrata del ministerio del Interior que pagaba los sueldos a los militares. Y en Tierra del Fuego, el lago llamado ‘Descanso del horizonte’, pasó a llamarse ‘Monseñor Fagnano’, en honor del cura que acompañó a las tropas con la cruz.”

Referencias:
3 Prado, obra citada.

Autor: Felipe Pigna
www.elhistoriador.com.ar

Los campos de concentración de la “conquista del desierto” - Parte 1



Los sobrevivientes de la llamada “Conquista del Desierto” fueron “civilizadamente” trasladados, caminando encadenados 1.400 kilómetros, desde los confines cordilleranos hacia los puertos atlánticos.
A mitad de camino se montó un enorme campo de concentración en las cercanías de Valcheta (Río Negro). El colono Galés John Daniel Evans, recordaba así aquel siniestro lugar: “En esa reducción creo que se encontraba la mayoría de los indios de la Patagonia. (…) Estaban cercados por alambre tejido de gran altura, en ese patio los indios deambulaban, trataban de reconocernos, ellos sabían que éramos galeses del Valle del Chubut. Algunos aferrados del alambre con sus grandes manos huesudas y resecas por el viento, intentaban hacerse entender hablando un poco de castellano y un poco de galés: poco bara chiñor, poco bara chiñor” (un poco de pan señor).” 1

La historia oral, la que sobrevive a todas las inquisiciones, incluyendo a la autodenominada “historia oficial” recuerda en su lenguaje: “La forma que lo arriaban…uno si se cansaba por ahí, de a pie todo, se cansaba lo sacaban el sable lo cortaban en lo garrone. La gente que se cansaba y…iba de a pie. Ahí quedaba nomá, vivo, desgarronado, cortado. Y eso claro… muy triste, muy largo tamién… Hay que tener corazón porque… casi prefiero no contarlo porque é muy triste. Muy triste esto dotor, Yo me recuerdo bien por lo que contaba mi pobre viejo paz descanse. Mi papa; en la forma que ellos trataban. Dice que un primo d”él cansó, no pudo caminar más, y entonces agarraron lo estiraron las dos pierna y uno lo capó igual que un animal. Y todo eso… a mi me … casi no tengo coraje de contarla. Es historia… es una cosa muy vieja, nadie la va a contar tampoco, no?...único yo que voy quedando … conocé… Dios grande será… porque yo escuché hablar mi pagre, comersar…porque mi pagre anduvo mucho… (…).” 2

De allí partían los sobrevivientes en una larga y penosa travesía, cargada de horror para personas que desconocían el mar, el barco y los mareos, hacia el puerto de Buenos Aires. Los niños se aferraban a sus madres, que no tenían explicaciones para darles ante tanta barbarie.

Un grupo selecto de hombres, mujeres y niños prisioneros fue obligado a desfilar encadenado por las calles de Buenos Aires rumbo al puerto. Para evitar el escarnio, un grupo de militantes anarquistas irrumpió en el desfile al grito de “dignos”, “los bárbaros son los que les pusieron cadenas”, prorrumpieron en un emocionado aplauso a los prisioneros que logró opacar el clima festivo y “patriótico” que se le quería imponer a aquel siniestro y vergonzoso “desfile de la victoria”.

Desde el puerto los vencidos fueron trasladados al campo de concentración montado en la isla Martín García. Desde allí fueron embarcados nuevamente y “depositados” en el Hotel de Inmigrantes, donde la clase dirigente de la época se dispuso a repartirse el botín, según lo cuenta el diario El Nacional que titulaba “Entrega de indios”: “Los miércoles y los viernes se efectuará la entrega de indios y chinas a las familias de esta ciudad, por medio de la Sociedad de Beneficencia”.


Referencias:
1 Delrio, Walter; “Sabina llorar cuando contaban. Campos de concentración y torturas en la Patagonia.” Ponencia presentada en la Jornada: “Políticas genocidas del Estado argentinos: Campaña del Desierto y Guerra de la Triple Alianza”, Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Poder Autónomo, Buenos Aires, 9 de Mayo de 2005. Citado por Fabiana Nahuelquir en “Relatos del traslado forzoso en pos del sometimiento indígena a fines de la conquista al desierto”, publicado en www.elhistoriador.com.ar
2 Testimonio recogido en Perea Enrique; “…Y Félix Manquel dijo”. Fundación Ameghino, Viedma, 

domingo, 1 de diciembre de 2013

ROCA Y LA CUESTION NACIONAL



En la revolución del 74, el Ejército Nacional liquida definitivamente los restos del ejército de facción de (Bartolomé) Mitre y en la Revolución del 80, la oligarquía porteña es derrotada y el Ejército Nacional impone, conjuntamente con la capitalización de Buenos Aires, un concepto de unidad del país frente a la hegemonía porteña.

Con la presidencia de (Nicolás) Avellaneda se insinúa la formación de la oligarquía nacional que sustituirá a aquélla; ésta tendrá la misma adhesión que los vencedores de Caseros al liberalismo de importación, a las doctrinas económicas detrás de las cuales avanza el interés británico, y tal vez una mayor venalidad caracteriza su gestión.

Pero representando en cierta manera la unidad del país, no puede estar del todo ajena a los intereses del interior y a las tentativas industrialistas que comienzan a recobrarse, y de una manera imprecisa y discontinua comienzan a aparecer las primeras tentativas defensoras de un posible desarrollo nacional autónomo. (...)

La gravitación ejercida por el ejército trae de nuevo una preocupación de Política Nacional incompleta y parcial, pero que es ya algo: la preocupación de las fronteras. La conquista del desierto, la integración de la Patagonia, la formación de la marina, las contingencias limítrofes con Chile y la ocupación militar de los chacos y Formosa aseguran los límites a que nos ha reducido la "victoria" de Caseros.

(...) En los esteros del Paraguay se hundió la conducción mitrista del ejército, con la estrategia y la táctica de las guerras policiales y punitivas de los generales brasileristas uruguayos, hechas al desprecio de la vida humana, que empieza por las del adversario y termina por las del propio cuadro.

Casi todos los "orientales" de Mitre fueron sacados del frente y pasaron a seguir las guerras interiores contra las provincias sublevadas; ¡eran sólo expertos en degollar gauchos desarmados! En esa desastrosa experiencia se aprendió de nuevo la ciencia de la guerra, y un nuevo ejército comenzó a surgir de entre las ruinas. La esterilidad del sacrificio y la convicción de haber servido a una política extranjera, en perjuicio de la nacional, se hizo carne en los nuevos jefes, y se perfiló una figura que habría de restaurar el sentido de la política nacional de la milicia.

Su constructor fue el general (Julio Argentino) Roca —que perdió allí a su padre, guerrero de la independencia, y a un hermano—, cuyas primeras armas se habían hecho en el ejército de la Confederación.

(...) La revolución del 74 es decisiva; enfrenta por fin al ejército de fracción con el nuevo ejército nacional. En Roca se define el Ejército Nacional que ya tiene un conductor y una Política Nacional que aún falta en el gobierno. La aventura revolucionaria de Buenos Aires termina ridículamente en La Verde con la rendición de Mitre, que agrega una más a la cadena de sus batallas perdidas. (La única que ganó fue Pavón y ya se sabe cómo).

por Arturo Jauretche.

REVISIONISMO HISTORICO ARGENTINO Y PENSAMIENTO NACIONAL